De esa imperturbable quietud surgen la vida, la salud del cuerpo, y la salud del «alma», es decir, la sabiduría. ¿Tiene sentido todo esto o no son más que presuntuosas metáforas? ¿Es el invierno un tiempo propicio para el cultivo de la sabiduría? ¿Se esboza aquí alguno de los posibles sentidos que nos presenta este tiempo de pandemia?