Cambio climático, agua subterránea y su enseñanza en la Geografía

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Cambio climático, agua subterránea y su enseñanza en la Geografía

Gonzalo Hatch Kuri

Gonzalo Hatch Kuri[1]

 

 

Cambio climático y crisis del agua

En fecha reciente concluyó la COP 26 “Acción y Solidaridad – La Década Crítica” en Glasgow, Reino Unido, donde estuvieron presentes los más de 195 países adheridos a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Especialistas coinciden en que los acuerdos alcanzados fueron débiles para lograr la meta de cero emisiones de carbono para evitar rebasar el tope de 1.5 ºC de aumento de la temperatura global antes de 2050. Esto es desalentador para muchos activistas ambientales, académicos y comunidades comprometidas con el combate al cambio climático. A pesar del cúmulo de evidencias científicas que indican que el mundo experimenta una variabilidad hidrometeorológica extremosa asociada al cambio climático, el tema continúa tratándose con políticas reactivas y menos preventivas en ámbitos locales. Así, no podríamos estar más de acuerdo con la conclusión de N. Klein,[2] el cambio climático confronta nuestra forma civilizatoria impuesta por la imagen propia del capitalismo moderno que produce sociedades consumistas y predadoras de la naturaleza; de ahí la fragilidad de los compromisos.

En este polémico debate, si bien está implícita la mal llamada “crisis del agua”, ésta se aparece situada en un nivel inferior en el contexto del diseño de políticas de adaptación o resiliencia frente a los efectos del cambio climático, como se apreciará en el presente ensayo.[3] Se reconoce que una manifestación crítica del citado fenómeno se expresa en las modificaciones que sufre el ciclo hidrológico y, en consecuencia, se agudizan las sequías extraordinarias o, en su caso, las abundantes precipitaciones en la estación húmeda. No solo eso, también ocasiona estragos en los inviernos extremosos en latitudes medianas, ejerciendo una enorme presión sobre los sistemas energéticos.

En la Geografía, la tradición de pensamiento “Ser humano-Tierra” constituye un campo de acción para profundizar en el abordaje de los problemas ambientales, como los que atañen al agua. Partimos de que, en el proceso de la construcción de nuestro espacio, el agua ahora es objeto de una compleja mediación científico-técnico e informacional que ha dado como resultado la producción de diferentes tipos de “agua(s)”, coexistiendo todas en el espacio-tiempo y a diferentes escalas, por lo que su análisis e interpretación exige más allá de una descripción formal de unidades como la cuenca hidrográfica o los acuíferos. El agua, en este sentido, es una dualidad, un híbrido socio-natural; así cada tipo de agua refleja contradicciones, internaliza conflictos o transparenta acuerdos o la cooperación en el espacio-tiempo.[4]

Un tipo de agua compleja precisamente se refiere a la producción del agua subterránea. Esta corresponde al 97 % del agua dulce continental físicamente disponible, su aprovechamiento es in situ, es cada día menos costoso producirla y el agua que se bombea es de calidad inmejorable si se compara con las aguas superficiales altamente contaminadas, sobre todo, en América Latina.[5] Por lo anterior, es el principal insumo para actividades como la agricultura, la industria y la dotación y suministro de agua potable en las ciudades. Cabría entonces cuestionarse en qué medida es estratégica su protección y conservación, considerando que es un elemento del ciclo hidrológico extremadamente vulnerable al cambio climático. Desde nuestra experiencia, estamos frente a un problema que está estrechamente relacionado con la educación previa que se posee acerca del ciclo hidrológico y de la comprensión de la lógica que media la producción de los diferentes tipos de “agua(s)” ―residuales, tratadas, congénitas, potables, etc.— dicho desde un modo teórico, estamos frente a la producción del ciclo hidrosocial.[6]

En esta contribución se esboza, brevemente, una experiencia que puede considerarse como un tipo de acción climática, la cual se desprendió a propósito de la publicación y divulgación de una propuesta académica y universitaria para regular el agua subterránea en México en 2017, que a partir de los principios de alerta temprana, el rendimiento sostenible y sustentable, tiene por objetivo dotar al Estado de mayores controles sobre la política de derechos evitando acentuar su degradación ambiental y vulnerabilidad. Los aprendizajes obtenidos de esta experiencia tienen el potencial de constituirse en una oportunidad para reformular los cauces problematizadores empleados típicamente para abordar el estudio del agua en el seno de nuestra disciplina, la Geografía, con repercusión directa en áreas temáticas como la Hidrografía, la Geografía Ambiental y la Geografía Política.

El ABC de la protección ambiental del agua subterránea

 

Se estima que más de 3,600 millones de habitantes se abastecen de agua potable a partir del bombeo de agua subterránea y los sectores que más la demandan son la irrigación (67 %), el doméstico (22 %) y la industria (11%).[7] El agua subterránea es un elemento sustancial para la reproducción de la vida que incluye los ecosistemas, nuestra seguridad alimentaria y, por supuesto, la reproducción societaria. En México, la autoridad federal en la materia, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), afirma que la magnitud de la importancia del agua subterránea se refleja en sus volúmenes concesionados, partiendo de los usos agrupados consuntivos por fuente, esta tiene un peso preponderante en los sectores público-urbano (58.4%) e industrial (50.7%), mientras que el agrícola consume el 36.4%.[8]

Por mínimo que sea el aumento en la temperatura global, las alteraciones al ciclo hidrológico impactarán en los regímenes de precipitación, afectando procesos como la recarga o infiltración, así como la descarga en cuerpos superficiales como los manantiales, ocasionando desertificación y la degradación de ecosistemas, un ejemplo son la desaparición de los humedales. A esto, se debe agregar lo que especialistas advierten sobre la gravedad de la contaminación en el agua ―en los espacios rurales se produce por el uso de agrotóxicos, el sobreconcesionamiento que agudiza la subsidencia en el suelo.[9] En trabajos previos, se ha documentado que la actual gestión y administración del agua subterránea ha ocasionado estos y otros problemas, pero sobre todo desigualdad en su distribución en el país.[10]

Aunque existen robustos marcos legales e institucionales para adoptar enfoques de prevención y resiliencia frente a los efectos del cambio climático, tales como la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, la Ley General de Cambio Climático, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático y el Programa Especial de Cambio Climático, todos actúan marginalmente respecto a la protección y conservación del agua subterránea como fuente de abastecimiento crítica para nuestro bienestar social.

Por todo lo anterior y dentro del contexto de lo que señala el Artículo 4to Constitucional que en su tercero transitorio mandata al H. Congreso de la Unión a expedir una Ley General de Aguas, un grupo de trabajo académico e interdisciplinario (Hidrogeología, Geografía y Derecho Ambiental) adscrito a la UNAM, publicó en 2017 una propuesta académica para regular el agua subterránea.[11] Su objetivo es la protección, preservación y control de la extracción del agua, a partir del paradigma del funcionamiento sistémico de los flujos de agua en el subsuelo. De un total de 98 artículos, dos títulos, 11 capítulos y ocho transitorios, únicamente se destacarán, por su relevancia, cuatro componentes que distinguen la propuesta.[12]

El primer componente refiere a la inserción de términos hidrogeológicos actualizados. Vale la pena señalar únicamente dos conceptos críticos. Acuífero, definido ahora por sus particularidades geológicas, como su dimensión, espesor y particularidades litológicas. Con esta definición se pretende sustituir a la vigente en la Ley de Aguas Nacionales (LAN) que, de manera contundente, se le delimita como un polígono superficial delimitado por criterios político-administrativos o convencionales. De igual forma, Agua Subterránea, se define como un sistema de flujo de agua en movimiento, ubicado jerárquicamente dentro del acuífero, caracterizado por una edad o tiempo de residencia en este último. El concepto busca imprimir una imagen real de dinamismo hídrico, en contra de una visión estática o de almacenamiento ―reservorio― a la que usualmente se le asocia; este término está ausente en la LAN.

Consideramos que el componente conceptual siempre es polémico, porque refleja las controversias que se generan en el propio seno de las disciplinas que los enuncian, configurándose, a su vez, una especie de arena político-académica entre saberes altamente especializados.[13] Para la Geografía, estos conceptos son claves porque legitiman los límites biofísicos de la organización política del agua en el territorio; de hecho, los problemas relacionados con la gestión y gobernanza del agua se incrustan en una incoherencia mayor entre los límites biofísicos, los límites administrativos y los límites sociales.[14]  

El segundo componente alude a la creación de una nueva autoridad especializada en agua subterránea, es decir, el Servicio Hidrogeológico Nacional (SHN), instancia autónoma de gestión, dirección y programación, responsable de ejecutar programas para emitir, supervisar y validar información científica del agua subterránea. Una de sus tareas es la división biofísica del territorio a partir de los Sistemas de Flujo de Agua Subterránea con efectos directos sobre el sistema de derechos de agua —concesiones y asignaciones—, ejecutando acciones como el monitoreo de los patrones de aprovechamiento del agua y velando porque estos siempre sean.[15]

Este componente suscitó un debate con la burocracia encargada de administrar el agua subterránea en la CONAGUA, así como con las asociaciones de profesiones de la Hidrogeología en México, como el Capítulo Mexicano de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos (AIH) y la Asociación Geohidrológica Mexicana. Es posible que con la propuesta del SHN, se interpretase como un atentado directo contra la estabilidad laboral y las prestigiosas carreras del servicio público en el sector hídrico del país.

El tercer componente, en tanto que regresa a la parte conceptual, refiere a las propias atribuciones del SHN para sancionar y suspender extracciones que perjudiquen al ambiente. Precisamente, la inserción del Principio de Alerta Temprana como criterio fundamental que, además está señalado en la Ley General del Cambio Climático de 2011, fundamenta la aplicación del concepto rendimiento sostenible y sustentable, criterio cuantitativo sobre la cantidad máxima de agua subterránea que puede ser extraída de un acuífero sin causar efectos adversos. Sin duda, este es el componente que más rechazo produjo entre los concesionarios de agua que atendieron la propuesta.[16] Debe recodarse que en la actualidad se desconoce, en gran medida, cuánta agua extraen los concesionarios en tiempo récord y si ese volumen es acorde con lo autorizado previamente por la CONAGUA.[17]  

Finalmente, el cuarto componente refiere a una política para los acuíferos compartidos con los países limítrofes, aspecto ausente hoy en día en la LAN. Se pretende con ello establecer medidas para el control de extracción, distribución y utilización de agua a partir de un uso equitativo y razonable, atendiendo los principios de soberanía, integridad territorial y desarrollo sustentable, así como de elevar el máximo los beneficios mutuos derivados del agua. En el fondo, se persigue el fortalecimiento de la cooperación y de instituciones diplomáticas como la Comisión Internacional de Límites y Aguas.[18]

 

Difusión, debate y censura. Haciendo lo invisible, visible

 

«Si tuviéramos que resumir en una palabra el aprendizaje más significativo en la redacción, planteamiento y divulgación de la propuesta regulatoria del agua subterránea, es la educación».

 

Especialistas en la gobernanza del agua subterránea sugieren que uno de los principales retos es transitar hacia un conocimiento sólido del ciclo hidrológico entre los concesionarios, usuarios e, incluso, funcionarios y académicos estudiosos del agua.[19] Por ello, no sorprende la decisión de la UNESCO para que el próximo día 22 de marzo del 2022, cuando se conmemora el Día Mundial del Agua, se le dedique a visibilizar y concientizar sobre la importancia y vulnerabilidad ambiental del agua subterránea.

Si tuviéramos que resumir en una palabra el aprendizaje más significativo en la redacción, planteamiento y divulgación de la propuesta regulatoria del agua subterránea, es la educación. El nulo prestigio de esta agua se debe, en gran medida, a que yace oculta en el subsuelo, pero también dentro de las tuberías de los pozos que la conducen a las plantas potabilizadoras. Ni la producción mediada por la tecnología de esta agua, como su conocimiento hidrogeológico y ambiental o, mejor dicho, de todo el ciclo hidrológico, son aspectos que a la fecha no han sido objeto de inclusión en los programas educativos básicos y profesionales. Lo que no se visualiza, no se siente, no se aprecia, no se goza y no se ama y mucho menos se valora.

Esta propuesta única en su tipo en toda América Latina a la fecha, demoró alrededor de un año en redactarse y con apoyo del Instituto de Geografía de la UNAM se publicó en 2017. La estrategia para su difusión se direccionó en dos sentidos, el primero, consistió en dialogar con pares académicos y, el segundo, en insertarse dentro del debate público relativo a la expedición pendiente de la Ley General de Aguas. Se participó de más de 25 actos o encuentros académicos y públicos entre 2017 y 2019.

En el ámbito académico, la propuesta se presentó y discutió en Seminarios, Coloquios, Conferencias Magistrales y Foros. Verbigracia, en febrero y mayo de 2017, se dictaron dos conferencias magistrales, la primera en la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, mientras que la segunda fue en el Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, Unidad Oaxaca, del Instituto Politécnico Nacional. En ese mismo año, la UNAM apoyó la coordinación del Foro Internacional “Asimetrías en la Gestión y Regulación de Aguas Subterráneas en América del Norte: Hacia un esquema integrado en México” celebrado en el Centro de Investigaciones Sobre América del Norte. Este incluyó la impartición del Taller Internacional “Estrategias Regionales para el Manejo de Acuíferos Transfronterizos” coordinada por dos hidrogeólogos renombrados de Norteamérica. Más tarde, en abril de 2018, se atendió el Seminario de Posgrado “Funcionamiento del Agua Subterránea y Aguas Subterráneas Transfronterizas” en El Colegio de la Frontera Norte, sede Monterrey. En el mismo mes, se presentó como ponencia en el marco del V Congreso de la Red de Investigadores Sociales sobre Agua “Agua, Ciudades y Poder”, en las instalaciones de El Colegio de San Luis, en la ciudad de San Luis Potosí.

Del público que atendió estos eventos en su mayoría fueron especialistas  y estudiosos de los problemas del agua en México, con interés particular en el riego, la economía del agua y los métodos de evaluación hidrogeológica. Mientras que el público estudiantil estuvo conformado por áreas de las ingenierías aplicadas, como la Hidráulica, también de la Economía, Agronomía y escasos estudiantes de Geografía. Del citado público, la constante fue la recepción de cuestionamientos generales en torno al agua subterránea, ¿qué era?, ¿cómo se medía o evaluaba?, ¿cómo era el sistema de concesiones?, en ese sentido, se recibieron críticas especializadas, sobre todo de expertos hidrogeólogos, pero debe decirse que también fue objeto de señalamientos injustos de parte de científicos sociales.[20] En conclusión, se observó interés en el tema, pero siempre predominó la falta de educación puntual previa acerca del ciclo hidrológico en su fase subterránea, así como lo que denomino, la forma de producir el agua subterránea —acceso, apropiación, distribución y consumo―.

Mientras que en la esfera del debate público se decidió dialogar con los tomadores de decisiones, sobre todo los miembros del Poder Legislativo Federal, debido a que la propuesta era evidentemente del ámbito de su competencia. Se participó de diversos foros, algunos con franco apoyo de la Comisión Especial de Cambio Climático de la pasada legislatura del Senado de la República, así como de sesiones ordinarias de la Comisión de Agua Potable y Saneamiento del H. Congreso de la Unión en 2018. Por falta de espacio, se mencionará apenas lo acontecido en 2019.

En ese año y con apoyo de la presidencia y vicepresidencia de la Mesa Directiva del Senado de la República, se promovieron tres foros de discusión sobre Agua Subterránea y Cambio Climático en los meses de abril, septiembre y diciembre. En estos participaron senadores, académicos, funcionarios y algunos sectores de la sociedad civil. Destacó la presencia de ciudadanos afectados por las decisiones de CONAGUA en lo que refiere a la dotación de derechos de agua, también sobre el polémico impulso al fracking y los problemas ocasionados por las privatizaciones de los sistemas operadores de agua potable. En el último foro del mes de diciembre, se apersonó la ahora extitular de CONAGUA por solicitud expresa de la Mesa Directiva del Senado, quien manifestó su rotundo rechazo a una iniciativa de esta naturaleza, fundamentado en que la aplicación de “modelos extranjeros” de evaluación del agua subterránea eran costosos y se carecía de la fuerza especializada de trabajo para su ejecución.[21] Esta decisión, difundida previamente en una reunión convocada en noviembre por esa Comisión y con presencia de diferentes interesados para tratar asuntos sobre la gestión del agua subterránea, recogía también el punto de vista del representante de la Confederación de Cámaras Industriales de México, quien terminó por censurar la propuesta para regular el agua subterránea.[22] Esto revela que propuestas sustentadas en evidencia científica destinadas a la conservación y protección del agua siempre se enfrentarán a intereses mayúsculos que se sirven estratégicamente de la falta de educación previa sobre el ciclo hidrológico y la producción de los diferentes tipos de agua(s).

           

Un nuevo paradigma del agua en la Geografía

 

«Una propuesta es la incorporación del concepto Ciclo Hidrosocial, que enfatiza que la producción del agua es un acto híbrido, conjunta relaciones sociales y de poder, a través de siete instancias de análisis del ciclo, en cada una se lleva a cabo el proceso de hibridación hídrica (natural-social)».

 

¿De qué manera se debe enseñar la complejidad que representa el estudio del agua subterránea en la Geografía?, ¿con qué herramientas teórico-metodológicas se deben formar nuevos profesionales de esta disciplina a partir de un enfoque crítico y problematizador para el tratamiento del tema? y ¿qué vía es la más adecuada para formar profesionales conscientes del reto que implica la gestión democrática de los recursos naturales en un contexto de cambio climático? Estos son cuestionamientos que surgen como producto de la redacción, publicación y difusión de la propuesta de regulación del agua subterránea.

Referirse al estudio del agua subterránea en la academia parece una actividad restringida. El calificativo “subterránea” empeora el desinterés y ánimo de los estudiantes para abordar su estudio desde un horizonte o perspectiva crítica en las mismas ciencias sociales. En detrimento, se le asocia a un saber técnico y ultra especializado objeto del dominio epistémico de las ingenierías, alejándose incluso del propio campo de la hidrogeología e imprimiéndole un aura de conocimiento objetivo y despolitizado. Empero, implicaciones sobre el control de los derechos del agua, el manejo y mantenimiento de los pozos, bombas, tuberías, redes eléctricas y sistemas de distribución, aunque en apariencia son aspectos técnico-jurídicos, poseen un enorme potencial para configurar conflictos y movimientos sociales.

Dentro del plan de estudios de la Licenciatura en Geografía del sistema escolarizado de nuestra Facultad, existen varias áreas temáticas que abordan los problemas relativos al agua. Asignaturas como Hidrogeografía 1 y 2, Geografía Ambiental, Recursos Naturales y, desde luego, Temas Selectos de Geografía Política,[23] se puede examinar el estudio del agua desde diversas dimensiones. En las primeras dos asignaturas el agua está consignada con un enfoque u orientación descriptiva, sin problematización aparente. Parte de la descripción del ciclo hidrológico, examina superficialmente las características de su fase subterránea y se concentra más en el examen de las unidades hidrográficas del ciclo del agua a través de conceptos como la cuenca y el acuífero.    

En ese sentido, observamos una omisión sistemática del conocimiento del agua subterránea en dos niveles epistemológicos. El primero reside en la falta de comprensión suficiente de los factores que inciden en el recorrido natural del agua por los acuíferos, su relación con las zonas de recarga o infiltración, las zonas de tránsito y los tiempos de residencia del agua en el acuífero (de decenas a millones de años), las zonas de descarga natural en los manantiales y océanos, así como su interdependencia ecosistémica con el suelo, vegetación, clima y geomorfología. Dicho de otro modo, la comprensión total del recorrido planetario del agua a través de la atmósfera, biósfera, litósfera e hidrósfera. Esta sería una tarea que podría abonar a las contribuciones de la Hidrogeología hacia la Geografía.

Por otra parte, el segundo nivel es la ausencia de una fundamentación coherente para explicar la producción de las aguas, en la misma lógica en la que se ha venido discutiendo desde 1970, la producción del espacio y de la naturaleza.[24] Una propuesta es la incorporación del concepto Ciclo Hidrosocial, que enfatiza que la producción del agua es un acto híbrido, conjunta relaciones sociales y de poder, a través de siete instancias de análisis del ciclo, en cada una se lleva a cabo el proceso de hibridación hídrica (natural-social).

La primera fase es la científica —las formas epistemológicas que definen su entendimiento, ¿quién y cómo se decide qué es el agua; la segunda es la técnica ―la infraestructura para modificar el ciclo hidrológico; la tercera es el poder ―¿quién y cómo se controla el agua?; la cuarta es la normativa —¿cómo se regula la relación con el agua?; la quinta, son las relaciones sociales mediadas por el agua —cada forma particular de agua, supone un conflicto; la sexta, es la expertise ―conjunto de saberes del agua— y, la séptima es la gestión ―la instrumentalización de las políticas del agua. Visto lo anterior, el proceso de la hibridación o producción del agua subterránea está en función de su conceptualización epistémica, de las técnicas para su manejo, de las decisiones políticas y jurídicas y de los conflictos que se producen por las visiones encontradas entre todos los actores que intervienen en cada una de las fases descritas, tal y como sucedió con el proceso del planteamiento, redacción y difusión del agua subterránea. El reto es introducir este modelo de análisis en la formación de nuevos profesionales comprometidos con el estudio del agua desde la Geografía.

Conclusión

«La apuesta es visibilizar y comprender el agua dentro del propio ciclo hidrológico y, luego, dentro de un proceso complejo de producción de agua(s), que coexisten en el espacio-tiempo, situadas en diferentes escalas, con potencial de producir conflictos o procesos de cooperación y solución pacífica: esa es el agua subterránea».

Los efectos del cambio climático sobre el ciclo hidrológico son incuestionables, pero son mucho más preocupantes las consecuencias que se desprenderán del aumento de temperatura sobre los procesos de infiltración, el tiempo de residencia del agua en el subsuelo y la pérdida de caudales de agua subterránea en cantidad y calidad a través de los manantiales y el océano. La enorme presión y demanda actual para la producción de esta agua también es un peligro latente que se suma al cambio climático, por esa razón necesitamos saber con mayor precisión cuál es el sistema del flujo del agua más vulnerable al cambio climático, para evitar extraer agua proveniente de mayores profundidades que no es renovable en lo que equivale al promedio de vida del ser humano. Todo esto profundizará los actuales escenarios de inadecuada gestión que han profundizado la escasez del agua y, en consecuencia, se configurará una competencia mayor por acceder al agua entre todos sus usuarios.

La publicación de la propuesta de regulación del agua subterránea fue un primer momento para colocar en la agenda el tema, partiendo desde una acción climática clara y contundente. Pero, desde un horizonte autocrítico, una iniciativa de esta naturaleza debió no solo haber sido consensuada en la academia o con la burocracia y los tomadores de decisiones, faltó incorporar a los concesionarios y usuarios del agua, incluyendo sin duda alguna a las comunidades rurales y los pueblos originarios. En el fondo, la apuesta es impulsar un modelo de gestión basado en evidencias científicas, pero también que pudiera sentar las bases para una toma de decisiones mucho más democrática; esto implicaba estrategias de mayor calado que implicaban recursos financieros y tiempo que no se tenía. Aun así, se ha producido una propuesta inacabada en el seno del debate público.

Esto, sin duda, en la academia y en la enseñanza de la Geografía repercute porque nos invita a hacer visible, lo invisible. La apuesta es visibilizar y comprender el agua dentro del propio ciclo hidrológico y, luego, dentro de un proceso complejo de producción de agua(s), que coexisten en el espacio-tiempo, situadas en diferentes escalas, con potencial de producir conflictos o procesos de cooperación y solución pacífica: esa es el agua subterránea.


Notas

[1] Doctor en Geografía por la UNAM. Especialista en análisis de conflictos por el agua. Profesor del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Coordinador del Grupo de Análisis de Aguas Transfronterizas de la Red del Agua, UNAM. Correo electrónico: gonzalohatch@filos.unam.mx

[2] Naomi Klein, Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima, pp. 551-572.

[3] Asumimos que la “crisis del agua” refiere a la falta de capacidades, presupuesto y toma de decisiones dentro del conjunto de instituciones públicas y privadas que inciden o influyen en la gestión de la infraestructura y dotación del agua.

[4] Gonzalo Hatch Kuri, Aguas subterráneas transfronterizas y fracking: invisibilidad y fragmentación en el contexto de la integración energética de América del Norte, pp. 172-175.

[5] El Banco Mundial estimaba en 2013 que cerca del 70 % de las aguas residuales en América Latina regresan a los ecosistemas y cuerpos superficiales sin tratamiento previo alguno. Este es un indicador del grado de presión que existe sobre el agua subterránea para producir agua barata, cercana al punto de consumo y de calidad aceptable.

[6] Jamie Linton et al., The hydrosocial cycle: Defining and mobilizing a relational-dialectical approach to water, pp. 170-180.

[7] Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. The United Nations World Water Report Development Report, p. 18.

[8] Comisión Nacional del Agua, Estadistícas del Agua en México.

[9] Igor Zektser et al., Groundwater resources of the world and their use.

[10] Carrillo-Rivera et al., Capítulo 10. Conflictos por el Agua Subterránea., pp. 151-166.

[11] Los autores son María del Carmen Carmona Lara, Investigadora en el Instituto de Investigaciones Jurídicas; José Joel Carrillo Rivera, Investigador en el Instituto de Geografía; Gonzalo Hatch Kuri, Profesor en el Colegio de Geografía, F.F.y L.; Rafael Huizar Álvarez, Investigador en el Instituto de Geología y Profesor en el Colegio de Geografía -fallecido en marzo del 2021- y, Marcos Adrián Ortega Guerrero, Investigador en el Centro de Geociencias, Unidad Juriquilla. Todos miembros del Sistema Nacional de Investigadores.

[12] Carmona et al., Ley del Agua Subterránea: Una Propuesta, pp. 1-87.

[13] Dichos conceptos han sido objeto de intensas discusiones entre los hidrogeólogos en México. Conviene recordar que la Hidrogeología es una disciplina joven que data de la década de 1960. En nuestro país no se registra todavía ninguna licenciatura en esta área, aunque recientemente la UNAM aprobó una especialidad en agua subterránea en la Facultad de Ingeniería, advirtiendo un perfil marcadamente técnico.

[14] Insa Theesfeld, Institutional Challenges for National Groundwater Governance: Policies and Issues, p. 139.

[15] Esta Autoridad es estratégica para la conservación del ciclo hidrológico. A diferencia de lo sucedido con la reforma energética de 2013, que atribuyó a los concesionarios el estudio del impacto ambiental para la explotación de los hidrocarburos no convencionales, con el Servicio Hidrogeológico Nacional, se evitaría la réplica del esquema energético, garantizando objetividad en la determinación de los daños ocasionados por bombeo de agua o sobreexplotación que vulnera los ecosistemas.

[16] En junio pasado, en el webinario de la Red del Agua (UNAM) se analizaron los alcances de la Ley Sustentable del Agua Subterránea de California. Algunos especialistas afirmaron que un defecto del citado marco era la falta de una definición del concepto “sustentable”, lo que producía incertidumbre para definir un tope a la tasa de extracción o bombeo del agua para evitar mayores vulnerabilidades al agua.

[17] En el estudio de Talledos et al., Captura política, grandes concentraciones y control de agua en México, p. 104., se encontró que más del 85 % de agua concesionada a los sectores industriales productores de cerveza, el automotriz y la minería metal-mecánica activa, proviene del subsuelo. De los cuales se posee información mínima sobre la extracción en tiempo record, lo que impide conocer si se cumple con los dispuestos en su título de concesión.

[18] Gonzalo Hatch, A joint management of Transboundary Aquifers: from asymmetries to environmental protection, pp. 1-26.

[19] Insa Theesfeld, Institutional Challenges for National Groundwater Governance: Policies and Issues, p. 139.

[20] A manera de ilustración, dos señalamientos provenientes de especialistas de ciencias sociales de la UNAM. El primero fue en el contexto del V Congreso de la RISSA, donde se sugirió que la propuesta había sido financiada por el Banco Mundial, por lo que tenía “intereses ocultos”. El segundo, producto de un intercambio epistolar personal, se acusó de estar alineados con los “intereses geopolíticos estadounidenses para privatizar el agua”, debido a la pretendida homologación de las metodologías hidrogeológicas practicadas en ese país. En esa tesitura, actuaron también algunos ambientalistas quienes sembraron incertidumbre en el debate público por la falta de claridad de los “verdaderos intereses” que estaban detrás de la publicación de la propuesta. Estas actitudes son lógicas si se revisa sistemáticamente las iniciativas presentadas al H. Congreso de la Unión para expedir la Ley General de Aguas, revelándose que en muchos casos están siendo financiadas y elaboradas bajo la enmienda de la defensa del actual sistema de derechos del agua. Esta es la verdadera área política de disputa de los intereses del agua, donde predominan visiones maniqueas.

[21] Una reacción semejante la tuvo también el extitular de esa misma dependencia en la administración federal de 2012-2018, quien, apoyado por el presidente de la República en turno, publicó en octubre de 2018 un acuerdo para establecer el Comité Técnico de Manejo de Aguas Subterráneas (COTEMA), una especie de Consejo Consultivo interno pero conformado por académicos, especialistas y funcionarios, quienes en conjunto decidirían el destino del agua subterránea en el país. Cabe señalar, que a la fecha no se sabe nada sobre la operación del COTEMA, por lo que podría concluirse que fue una acción reactiva a la pretensión de regular el agua subterránea.

[22] La dimensión real de la dotación del agua subterránea a la industria en México y, en su caso, la extracción real del agua por parte de este sector, debe decirse es menor al sector agrícola, pero la dimensión de los recursos económicos, su capacidad de organización y de hacer lobbyng en defensa de sus intereses, es inmensamente mayor que cualquier grupo académico del país.

[23] Cf. La obra seminal del geógrafo brasileño Wagner Costa Ribeiro, Geografía Política da Água, p.162.

[24] Neil Smith, Uneven development: Nature, capital, and the production of space, pp. 49-131.

 

 

 

 

 

Referencias

 

CARMONA et al., Ley del Agua Subterránea: una propuesta. Insituto de Geografía, UNAM, Ciudad de México, 2017.

 

CARRILLO-RIVERA et al., “Capítulo 10. Conflictos por el agua subterránea”, en Geografía de México. Una reflexión espacial contemporánea (Tomo 1) Instituto de Geografía, UNAM, Ciudad de México, 2017.

 

COMISIÓN NACIONAL DEL AGUA, Estadistícas del Agua en México. SEMARNAT-CONAGUA, Ciudad de México, 2018.

 

HATCH-KURI, Gonzalo, “Aguas subterráneas transfronterizas y fracking” en Scripta Nova: revista electrónica de geografía y ciencias sociales, 25 (1), 2021, pp. 169-193.

 

―――――――――, “A joint management of transboundary aquifers: from asymmetries to environmental protection” en Frontera Norte, 30 (59), 2018, pp. 129-154.

 

KLEIN, Naomi, Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima. Ediciones Culturales Paidós, México, D.F., 2015.

 

LINTON et al., “The hydrosocial cycle: Defining and mobilizing a relational-dialectical approach to water” en Geoforum, 57, 2014, pp.170-180.

 

RIBEIRO, Wagner C., Geografia política da água. Annablume Editora, São Paulo, 2008.

 

SMITH, Neil, Uneven development: Nature, capital, and the production of space. University of Georgia Press, Atlanta, 2010.

 

THEESFELD, Insa, “Institutional challenges for national groundwater governance: Policies and issues” en Groundwater, 48 (1), 2010, pp. 131-142.

 

ZEKTSER et al., Groundwater. Resources of the world and their use. (Vol. 6). UNESCO. París, 2004.

 

UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), The United Nations World Water Development Report 2014. UNESCO, París, 2014.

 

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