La victoria y el linchamiento: una postal de la cultura racista en Indiana (1930)

The lynching of Thomas Shipp and Abram Smith, Lawrence Beitler, 41.4×36.3cm, 7 de Agosto de 1930, Marion, Indiana Historical Society.

La victoria y el linchamiento: una postal de la cultura racista en Indiana (1930)

María Sorroza Hernández

Las fotografías son un medio

que dota de «realidad» (o de «mayor realidad»)

a asuntos que los privilegiados o los meramente indemnes

acaso prefieren ignorar

 

Susan Sontag

 

 

Indiana, modernización económica y tradición moral

 

La población que dominaba la región del medio Oeste en Estados Unidos durante el siglo XIX era blanca, aunque una menor densidad de individuos afrodescendientes también había comenzado a asentarse en estas áreas.[1] La desproporción entre pobladores blancos y negros fue determinante para las dinámicas que se generarían posteriormente entre ambas comunidades y que sentarían fronteras entre ambas comunidades. Hacia el siglo XX, los conflictos internos no se mantendrían silenciosos, muchos de los temores acerca de la guerra; la unión o desunión social del territorio; la prosperidad de sus habitantes y la disputa política por la tierra entre los gobiernos democráticos y republicanos, que se habían gestado durante los años circundantes a la Guerra de Secesión, se encontraban latentes.[2] A pesar de que Indiana se había posicionado como un estado antiesclavista, las políticas separacionistas en las que actividades y espacios de personas negras se limitaban, era una práctica más común de lo que podríamos imaginar. Hacia el exterior, Indiana se proclamaba como uno de los estados que había adoptado un ambiente mayormente permeado por el liberalismo social respecto de otros estados de la nación norteamericana y a favor de que los derechos de los afrodescendientes se respetaran en la misma medida que las personas blancas. Sin embargo, la legislación interna mostraba que diversas políticas discriminatorias formaban parte de su vida cotidiana y “[…] exhibían actitudes y prácticas que eran típicas en las comunidades del Sur profundo”.[3]

Este liberalismo aceptaba algunas prácticas sociales entre las personas afro, que les permitía organizar sus comunidades de forma paralela a los grupos blancos: escuelas e iglesias fueron autorizadas mientras éstas comprendían exclusivamente a gente de color, algunos equipos deportivos se conformaron únicamente por personas negras y, del mismo modo, los matrimonios sólo eran posibles entre personas del mismo grupo social debido a que los lazos familiares que combinara a blancos con afros eran socialmente rechazados. Estas relaciones hacían evidente la persistente barrera entre unos y otros, matizando la idea de lo que se comprendía por liberalismo social desde un territorio que apoyaba la postura antiesclavista de la Unión. A este aspecto, donde observamos una población indianesa dividida por la apariencia física de sus habitantes, se incorpora, por su parte, una serie de transformaciones económicas que incidirían en las prácticas y percepciones sociales por las que atravesó la región.

El crecimiento industrial, que se produjo a raíz de la Segunda Revolución Industrial, impactó con fuerza en Indiana, logrando que compañías eléctricas, siderúrgicas y automotrices comenzaran a crecer rápidamente en esta zona. La escasa cantidad de población que se encontraba allí asentada comenzó a experimentar cambios en términos económicos que tendrían consecuencias en el ámbito social, pues comenzaron a conformarse algunas élites que dominaron los medios de producción y las clases medias comenzaron a beneficiarse de la activación industrial de Indiana. Esto atrajo a una gran oleada de migrantes, quienes se acercaron a estas tierras con la esperanza de encontrar buenas oportunidades de trabajo y mejorar su calidad de vida. Entre las poblaciones que comenzaron a habitar con más presencia esta región, hubo caravanas de afroamericanos, quienes buscaban un lugar distinto en la sociedad estadounidense en respuesta a la aversión que los estados del sur habían mostrado y que provocó su desplazamiento.[4]

 

El sentido del linchamiento

 

«Los grupos más conservadores consideraron que el estado estaba encubriendo a los ciudadanos de segunda clase, que eran, en general, criminales. Este frente creyó que los linchamientos podían ser una estrategia extralegal que les permitiría evitar los brotes de delincuencia que, desde su perspectiva, excedían los límites que las nuevas políticas abarcaban»

Originadas por el despunte económico, una avalancha de reformas, por las que atravesó el medio Oeste de los Estados Unidos durante el siglo XX, modificó las estructuras y percepciones de la población sobre los marcos legales y el significado de la ciudadanía estadounidense. Una enorme cantidad de personas, que habían sido consideradas esclavas o de “segunda clase”, adquirieron la ciudadanía de acuerdo con los principios de equidad de derechos humanos, propugnada por el partido republicano.[5] En respuesta a la implementación de esta legislación, los grupos más conservadores consideraron que el estado estaba encubriendo a los ciudadanos de segunda clase, que eran, en general, criminales. Este frente creyó que los linchamientos podían ser una estrategia extralegal que les permitiría evitar los brotes de delincuencia que, desde su perspectiva, excedían los límites que las nuevas políticas abarcaban. En otros términos, aquello que esta sociedad concebía como criminal se encontraba estrechamente ligado a las percepciones sobre raza y clase, ya que los delitos estaban asociados a los sectores de las poblaciones afro y de menor solvencia económica, revelando no solamente la latente segregación que los valores conservadores aún resguardaban en un estado de la Unión, sino también la manera en que se entretejieron las concepciones morales y legales dentro de la comunidad indianesa. La autoridad popular que incitaba a los linchamientos se alzó desde un relativismo que desacreditaba las reformas propuestas por el Estado y que tenía licitud para infligir cualquier tipo de violencia con el objetivo de sostener la moralidad que regía a la comunidad.[6]

La violencia colectiva se encontraba justificada por la carga moral que en ella descansaba. Principios como el honor, la clase, la raza y el género eran factores determinantes para considerar o no la criminalidad de cualquier individuo. Aquellas personas que no estuvieran en concordancia con las normas socialmente (aunque no necesariamente legalmente) aceptadas serían sospechosos ante sus faltas con el código de honor que estructuraba la comunidad. Es decir, el concepto de honor en el que se centraba la moral indianesa estaba relacionado con las características físicas y el comportamiento de los individuos; era el honor mismo aquel que determinaba la calidad de cualquier miembro dentro de aquella sociedad jerarquizada, por lo que, al acatar el código moral, el honor y estatus en la escala social ascendían.[7] Desde la perspectiva blanca, los ciudadanos negros no entendían ni se adaptaban a esta serie de principios de organización social, por lo que existía en ellos una predisposición al deshonor y al crimen. Su percepción de que las personas negras pertenecían a un estatus de “segunda categoría” o algo no mayor a “esclavo”, sería el principio que transformó los linchamientos en formas de control de la criminalidad como método de validación de la “justicia”.[8]

 

La fotografía que tomó Lawrence Beitler

 

Hacia nuestro primer acercamiento a la imagen, notamos que las vestiduras de hombres y mujeres nos indican su pertenencia a aquella clase media que se había comenzado a formar con el desarrollo industrial de las últimas décadas del siglo XIX. Algo que llama la atención en esta imagen, además del color de la tez de los espectadores del linchamiento, son sus rostros, ya que, en algunos, podemos observar esbozos de sonrisas, y resalta el hombre al centro de la fotografía que señala los cuerpos sin vida como en ademán de victoria. Esta impactante escena nos hace preguntarnos por qué un acto de violencia como el linchamiento de dos hombres puede interpretarse como un triunfo por los rostros de tranquilidad que el público revela y en qué sentido este acto se legitima entre una comunidad que se proclamaba abiertamente a favor de las políticas antiesclavistas.  

 

El destino de los acusados

 

Tras ser acusados de violación a una joven mujer y de agredir a su pareja, Thomas Shipp, Abram Smith y James Cameron, tres obreros de Marion, Indiana, se encontraban recluidos en la comisaría a la espera de ser enjuiciados. Los periódicos locales habían reportado esto en sus páginas, por lo que el pueblo se encontraba enterado de que unos hombres de color habían atacado a una pareja blanca.[9] Después de tal noticia, varias personas comenzaron a reunirse fuera de la comisaría para vigilar a los supuestos maleantes. Los observadores no se encontraban armados, pero el sheriff comenzaba a preocuparse, pues, mientras caía la noche, el grupo supervisor se encontraba en aumento. Algunos gritos desde la multitud exigían “que se hiciera justicia”, que “los culpables deben ser castigados” y que no iban a permitir que “los negros criminalizaran Marion”,[10] lo cual preocupó al sheriff, quien veía a la muchedumbre cada vez más enardecida conforme pasaba el tiempo. La masa comenzaba a afianzarse a la idea de que el juicio no serviría para hacer justicia y que los criminales escaparían del castigo final que merecían: la silla eléctrica.

Algunas de las personas de la multitud, alentadas por las furiosas consignas, decidieron atacar la comisaría para irrumpir en las celdas que resguardaban a los tres jóvenes detenidos. Shipp y Smith fueron retirados con violencia, mientras que Cameron fue ignorado en aquel momento. Así, los muchachos fueron sacados con insultos y rasguños. Fue solamente unas calles más lejos donde la muchedumbre los detuvo y comenzó a atacarlos cada vez con más ferocidad; mientras tanto, unos metros adelante, otro grupo de personas se preparaba con sogas para linchar a los jóvenes y darle fin a su destino. La muchedumbre seguía enardecida mientras veía los cuerpos de Shipp y Smith sin vida, incluso esa imagen avivaba más su deseo de agresión y algunas personas se propusieron regresar por el joven Cameron a la comisaría. Una vez allí, de una manera que aún no tiene una clara explicación, la muchedumbre escuchó a una voz desconocida decir que Cameron era completamente inocente y que él no merecía tal castigo, propuesta que les convenció para que desistieran de darle un futuro semejante al de Shipp y Smith.

«Uno de los habitantes llamó a un fotógrafo local, Lawrence Beitler, para capturar el momento que ahora admiramos y que sirviera como recuerdo de aquel momento triunfal de la comunidad de Marion. Esta fotografía, que para los pobladores tenía la intención de mostrar una hazaña de justicia, en su lugar, nos muestra el horror de la violencia que la gente de color ha sufrido en Estados Unidos a lo largo de los siglos.»

Mientras transcurría la noche, la gente entraba y salía del círculo que se había formado alrededor de los cuerpos de los jóvenes para mirarlos con detenimiento. Uno de los habitantes llamó a un fotógrafo local, Lawrence Beitler, para capturar el momento que ahora admiramos y que sirviera como recuerdo de aquel momento triunfal de la comunidad de Marion. Esta fotografía, que para los pobladores tenía la intención de mostrar una hazaña de justicia, en su lugar, nos muestra el horror de la violencia que la gente de color ha sufrido en Estados Unidos a lo largo de los siglos.

 

La victoria y el linchamiento

 

Sobre esta fotografía, llama la atención el ademán que sostiene el hombre que se encuentra al centro ante los cuerpos desgarrados de Shipp y Smith, señalando con el dedo índice y dibujando en su rostro una sonrisa, observamos lo que, desde lo que aquí propongo, es el triunfo de la blanquitud y el castigo a la criminalidad. ¿En qué sentido, pues, podemos leer el conflicto blanco en el ambiente gestado en Indiana desde lo moral, social y político durante 1930? Primero, debemos reconocer la manera en que este linchamiento ignoró cualquier mediación por parte del Estado y cómo, en su lugar, sentó sus bases en una noción relativizada de justicia bajo los principios racistas que condujeron a la comunidad de Marion al castigo a los criminales. La defensa de la supuesta justicia no argumentó legalmente, no existió juicio alguno que permitiera inculpar el presunto delito de los jóvenes, el pueblo hizo justicia por su propia mano y fracturó, así, el Estado de derecho que defendía la política liberal estadounidense. Las normas legales, que debieron contener la violencia, fueron soslayadas por el pueblo y el desarrollo de los hechos abrevó en un cruel linchamiento con justificaciones ilegítimas en todo sentido. Así, las nociones de justicia y criminalidad que los indianeses blancos fundieron en su imaginario no estuvieron en ningún momento considerando los términos jurídicos, aunque, por otro lado, cabe recalcar que éstos tampoco partieron de la racionalidad, sino que simplemente estuvieron liderados por los temores de transformación social y moral que amenazaban Marion.

«Esta actitud irracional, racista y violenta tomó por estandarte la defensa del honor y de los valores conservadores de la población blanca, el deseo por conservar intacta la moralidad de un sector indianés surgió como respuesta a los vertiginosos cambios económicos, sociales y de gobernanza por los que atravesaba el pueblo»

Esta actitud irracional, racista y violenta tomó por estandarte la defensa del honor y de los valores conservadores de la población blanca, el deseo por conservar intacta la moralidad de un sector indianés surgió como respuesta a los vertiginosos cambios económicos, sociales y de gobernanza por los que atravesaba el pueblo.Para los habitantes de Marion, la postura que tendrían que adoptar ante esta coyuntura traería consigo consecuencias irreversibles en sus imaginarios: la adquisición de ciudadanía no solamente significaba igualar a las comunidades de segunda categoría con los miembros honorables, sino que se abría la posibilidad de que los nuevos ciudadanos ocuparan los lugares socialmente atendidos por los blancos. Una reestructuración social significaba reemplazar la organización conocida en el presente por una nueva que conduciría a la perversión de la comunidad. La pérdida de vigencia de los valores blancos provocaba inseguridad ante un escenario que resultaba incomprensible y aterrador al mismo tiempo. La amenaza de renovación despertó la respuesta más agresiva de la comunidad con el fin de defender el orden establecido y, pese a que las reformas legales se empezaban a hacer presentes, la comunidad indianesa caucásica buscó un impulso para la protección de los verdaderos valores. Podemos observar, entonces, cómo el uso de la violencia extralegal fungió como arma simbólica y moral para enfrentar la imposición del Estado. Tanto pobladores como el Estado deseaban el control del territorio, los primeros mediante las estructuras de gobernanza que obedecieran los intereses del Estado-nación; los segundos en relación con la moralidad racista y sus mecanismos de segregación por la llegada de migrantes a Marion.

La toma de la fotografía del linchamiento de Shipp y Smith nos hace pensar en una ambivalencia, pues mientras observamos la manera en que la celebración del linchamiento fue un método de cohesión social para unificar los valores blancos, al mismo tiempo, fue un acto que fisuró el tejido social por su carácter discriminatorio y violento. Al señalar a los cuerpos sin vida de los jóvenes afroamericanos, aquel hombre señala a los supuestos culpables de un crimen. Su gesto nos muestra, a manera de amenaza, el destino de cualquier pecador que infrinja las normas comunitarias. Concomitantemente, de este ademán de intimidación podemos interpretar la manera en que los grupos blancos responsabilizaron a los afrodescendientes de los cambios sociales, malinterpretando los procesos interculturales e históricos de Estados Unidos. Los supuestos criminales que apunta aquel hombre son, más bien, víctimas de una violencia que entretejió sutilmente las dimensiones morales, políticas y sociales de una nación en la que la crisis de la Guerra de Secesión era aún latente.

 

Conclusiones

 

Los linchamientos son evidencia de una cultura violenta que ha permanecido latente durante siglos en el territorio estadunidense y que, aunque sus expresiones se amortigüen intermitentemente, ha representado uno de los constantes conflictos dentro de la nación que incluso podemos observar aún hoy en día. De manera contradictoria, un ambiente plagado de cambios tuvo una respuesta conservadora que construyó un marcado contraste entre yo y la otredad, que condujo a prácticas que, de manera ambivalente, buscaban cohesión, pero que más bien significaron en una marcada segregación. Así, el linchamiento de Tomas Shipp y Adam Smith revela una apología a la barbarie que no encuentra justificación ética, pero que nos sirve de ejemplo para comprender las actitudes de intolerancia que desarrolló la población estadounidense blanca hacia el primer tercio del siglo XX. La fotografía de Beitler es valiosa porque, gracias a ella, podemos observar una celebración a la violencia enmascarada de justicia en las que política, cultura, y moral se entretejieron en un complejo escenario de crecimiento industrial y consolidación del Estado-nación. En esta imagen se descubre el vigor, aún presente, de la ideología racista, varias décadas después de las declaraciones antiesclavistas que muestra la cultura de la violencia enraizada en el imaginario blanco.

 

The lynching of Thomas Shipp and Abram Smith, Lawrence Beitler, 41.4×36.3cm, 7 de Agosto de 1930, Marion, archivada en Indiana Historical Society.

 

 

Notas

[1] Cf. James H. Madison, “A night of terror”, p. 51.

[2] Cf. Barnhart, John D. “The Impact of the Civil War on Indiana.”, p. 187.

[3] El término «Sur profundo» hace referencia a un territorio geográfico que comprende los estados de Texas, Alabama, Luisiana, Mississippi, Georgia, Arkansas, Florida y Carolina del Sur, pero al mismo tiempo, nos referimos a este término para expresar la moral y los valores conservadores y racista que se gestaron y preservaron en este territorio; este término, por lo tanto, nos permite expresar la relación entre la cultura y el territorio del Sur que confluía con el discurso político de los Estados Confederados de América.

Betten, Neil, and Raymond A. Mohl. “The Evolution of Racism in an Industrial City, 1906-1940: A Case Study of Gary, Indiana.”, p. 51. [La traducción es mía.]

[4] Cf. James H. Madison y Lee Ann Sandweiss, “The age of industry comes to Indiana”, p. 116.

[5] Cf. Wendy Harding, “Spectacle lynching and textual responses”, p. 3.

[6] Cf. Michel J Pfeifer, “Extralegal Violence and Law in the Early Modern British Isles and the Origins of American Lynching”, p. 28.

[7] Cf. Susan Cross et al., “Cultural Prototypes and Dimensions of Honor”, p. 233.

[8] Cf. Giovanni B. Corvino, “The meanings of lynching, a word that crossed the world”, p. 3295.

[9] Cf. J.H. Madison, Op. Cit., p. 5.

[10] Ibid., pp. 7-8.

 

 

Bibliografía

BARNHART, John D. “The Impact of the Civil War on Indiana.” Indiana Magazine of History, vol. 57, no. 3, Indiana University Department of History, 1961.

 BETTEN, Neil, and Mohl, Raymond A., “The Evolution of Racism in an Industrial City, 1906-1940: A Case Study of Gary, Indiana.” The Journal of Negro History, vol. 59, no. 1, Association for the Study of African American Life and History, Inc., 1974, pp. 51–64.

CORVINO, Giovanni B.,  “The meanings of lynching, a word that crossed the world”, en Elementary Education, núm. 5, vol. 20., 2021.

CROSS, Susan et. al., “Cultural Prototypes and Dimensions of Honor”, en Personality and social psicology, núm. 2, vol. 40, 2014.

HARDING, Wendy, “Spectacle lynching and textual responses”, en Miranda, núm. 17, 2017.

LAWRENCE, Beitler, The lynching of Thomas Shipp and Abram Smith, , 41.4×36.3cm, 7 de Agosto de 1930, Marion, Indiana Historical Society.

MADISON, James H. y Sandweiss, Lee Ann,“The age of industry comes to Indiana”, en Hoosiers and the American History, Indiana, ‎ Indiana Historical Society, 2014.

MADISON, James H., “A night of terror”, en A lynching in the heartland. Race and memory in America, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2001.

PFEIFER, Michel J., “extralegal Violence and Law in the Early Modern British Isles and the Origins of American Lynching”, en Globalizing Lynching History. Vigilantism and extralegal punishment from an international perspective, Mandred Berg y Simon Wendt (eds.), Nueva York, Palgrave Macmillan, 2011.

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