Anna Ribera Carbó

Durante el mes de marzo de 1938, Lázaro Cárdenas anduvo muy preocupado con el asunto petrolero. Desde el año anterior una huelga de trabajadores había generado un conflicto con las empresas de capital extranjero. La crisis llegó hasta la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje que, el 18 de diciembre de 1937, emitió un fallo a favor de las demandas obreras. Las compañías presionaron al gobierno mexicano retirando depósitos de los bancos del país y amenazando con una posible intervención de Inglaterra y de los Estados Unidos.1 El presidente Cárdenas decidió que había llegado el momento de expropiar el petróleo. El 18 de marzo de 1938 se lo comunicó por radio a todo el país.

En medio de la vorágine diplomática desatada por el tema petrolero, otros asuntos de dimensión internacional preocuparon al general Cárdenas. El mundo se encontraba entonces polarizado por ideologías totalitarias e irreductibles que lo tenían al borde de la guerra. Frente a ello, las potencias democráticas europeas, Inglaterra y Francia, se mantuvieron neutrales, lo que equivale a decir que no intervinieron, en el supuesto de que “dejar hacer” a las potencias fascistas evitaría una confrontación con ellas. En el contexto de la Guerra Civil española, que había estallado en julio de 1936, México denunció esta neutralidad. Sus embajadores en la Sociedad de Naciones, primero Narciso Bassols e Isidro Fabela después, expusieron como la “no intervención” en los asuntos españoles era una clara forma de intervenir, dejando actuar a italianos y alemanes en el bando de la insurrección. En una carta a Isidro Fabela, delegado de México en Ginebra, de 17 de febrero de 1937, el presidente le decía: 

[…] Bajo los términos “no-intervención” se escudan ahora determinadas naciones de Europa, para no ayudar al Gobierno español legítimamente constituido. México no puede hacer suyo semejante criterio, ya que la falta de colaboración con las autoridades constitucionales de un país amigo es, en la práctica, una ayuda indirecta —pero no por eso menos efectiva— para los rebeldes que están poniendo en peligro el régimen que tales autoridades representan. Ello, por lo tanto, es en sí mismo uno de los modos más cautelosos de intervenir.2

Un año después, el gobierno de Cárdenas aplicó este mismo principio en defensa de Austria, puesta en la mira de la Alemania nazi. Adolfo Hitler percibió la actitud de neutralidad de las democracias como un claro signo de debilidad, logrando sus objetivos con acciones militares unilaterales, modestas al principio y no demasiado amenazantes y evitando enzarzarse en discusiones diplomáticas multilaterales. “Mientras Gran Bretaña y Francia se mantuvieran militarmente débiles, Alemania tenía que aprovechar para adquirir ‘espacio vital en el este de Europa’”.3 En 1935, la región del Sarre, fronteriza con Francia y Luxemburgo, bajo control de la Liga de Naciones desde el Tratado de Versalles, volvió a ser alemana tras la celebración de un plebiscito. En 1936, las tropas alemanas ocuparon Renania, zona desmilitarizada desde 1919. Dos años después, el 12 de marzo de 1938, el ejército nazi entraba en Viena inaugurando el Anschluss, la unión de Austria y Alemania.4

En Francia y en Gran Bretaña la unión no se percibió como un motivo suficiente para enfrentar a Alemania.5 La Sociedad de Naciones mantuvo el silencio. El secretario Joseph Avenol no convocó al Consejo y ninguna cancillería, ningún delegado, pidió una asamblea inmediata ni propuso algo, a pesar de que la finalidad del organismo internacional era, precisamente, el de defender a los estados agredidos.6 El que sí se preocupó fue Lázaro Cárdenas quien el 15 de marzo escribió en sus Apuntes:

Alemania, gobernada por Hitler invadía con su ejército, el día 11 del actual, a Austria. El 12 de julio de 1936 Alemania anunció al mundo reconocer la independencia de Austria y haber celebrado un convenio los dos gobiernos, comprometiéndose a no intervenir en los asuntos del país amigo. A pesar del convenio, Alemania invadió el territorio austriaco. Hitler participó su hazaña a Mussolini y éste lo aplaudió. Mussolini también realizó “su hazaña” apoderándose de la indefensa Etiopía. No valieron las protestas de los etíopes ni la actitud airada de la Liga de Naciones. El crimen se consumó. Igual le sucederá hoy a Austria. Fatalmente Alemania se entenderá con Inglaterra y con Francia, y seguirá en Europa el reparto de los pequeños países. El desbordamiento imperialista sólo podrá detenerse cuando las masas trabajadoras de todo el mundo se solidaricen entre sí para oponerse a las guerras de invasión. Mientras esto no exista no habrá poder suficiente, ni valdrán tratados de gobiernos que logren detener las ambiciones de conquista; los pueblos seguirán expuestos a servir de instrumentos para combatir los ideales comunes del proletariado.7

Isidro Fabela, Delegado Permanente de México en Ginebra, se aprestó a actuar conforme a las instrucciones que le había dado el presidente Cárdenas, cuando lo designó para el cargo a fines de 1936: México era y debería seguir siendo un Estado fiel a la Sociedad de las Naciones; debería cumplir puntualmente el Pacto de la Liga, reconocería como inalienable el principio de no intervención y, como consecuencia de lo anterior, se constituiría, en todo momento que fuera necesario, en defensor de cualquier país que sufriera una agresión exterior de cualquier potencia. La representación de México en Ginebra debería “ser intransigente en el cumplimiento de los pactos suscritos, en el respeto a la moral y al derecho internacional y específicamente en el puntual cumplimiento del Pacto de la Sociedad de las Naciones”.8

De acuerdo con estos postulados, Fabela envió una nota al secretario Avenol, que simultáneamente hizo llegar a las agencias internacionales de prensa. Tras analizar los protocolos internacionales en la materia y la ocupación de Austria por tropas extranjeras asentaba que:

El gobierno de México, siempre respetuoso de los principios del pacto y, consecuentemente, con su política internacional de no reconocer ninguna conquista efectuada por la fuerza, categóricamente protesta por la agresión exterior de que es víctima la república de Austria y declara, al propio tiempo, a la faz del mundo, que, a su juicio, la única manera de conquistar la paz y evitar nuevos atentados internacionales como los de Etiopía, España, China y Austria, es cumplir las obligaciones que impone el pacto, los tratados suscritos y los principios de Derecho Internacional; de otra manera, desgraciadamente, el mundo caerá en una conflagración, mucho más grave que la que ahora se quiere evitar, fuera del sistema de la Sociedad de Naciones.9

Como en los casos de la guerra española, de la invasión italiana a Abisinia (1935) y de la invasión japonesa a China (1937), la voz de México en la Sociedad de las Naciones no tuvo eco. Gran Bretaña y Francia no sólo mantuvieron la política de neutralidad, sino que la actitud componedora de sus jefes de gobierno, Neville Chamberlain y Édouard Daladier, los llevó a reunirse con Mussolini y Hitler en Múnich, en septiembre de 1938, en donde aceptaron las propuestas de éste último de anexar la región checa de los Sudetes a Alemania, que incluía importantes centros industriales y de comunicación, a cambio del compromiso de no atacar al resto del Estado checo y mantener la paz en el futuro.10 El 29 de septiembre Lázaro Cárdenas escribió en sus Apuntes:

Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier, reuniéronse en Munich para tratar el caso de Checoslovaquia. ¿Chamberlain y Daladier defenderán la soberanía de Checoslovaquia? Difícilmente encontrarán argumentos que oponer a Hitler y a Mussolini cuando Inglaterra y Francia mantienen aún la opresión en sus colonias. ¿A nombre de qué derechos, de qué libertad podrán hablarles? Debemos pensar que todos juntos sacrificarán a Checoslovaquia.11

Tres días después, el 2 de octubre, cuando se había consumado el acuerdo, escribió:

La amputación que acaba de sufrir Checoslovaquia por la agresión de Alemania, apoyada por Italia y sancionada por Inglaterra y Francia no asegurará la paz en Europa. Los países imperialistas se habrán de encontrar algún día con fuerzas superiores que los detendrán en su loca carrera de conquista y atropellos. ¿Europa se ha preocupado por la libertad de Etiopía, que fue invadida y sojuzgada por Italia? Si las democracias de hoy han sido impotentes para defender la libertad de los pueblos, el tiempo hará sonar la hora de las justas reivindicaciones. Checoslovaquia y sus hombres merecen nuestro más alto respeto.12

A mediados de marzo de 1939, Hitler efectivamente violaba el acuerdo y sus tropas entraban a Praga. Isidro Fabela le escribía desde Ginebra: 

[…] Es verdaderamente increíble, señor Presidente, que los estadistas que fueron a Munich no hayan tenido la visión política elemental para comprender que entregando la región sudetina al III Reich, estaban entregando la suerte de la patria de Masarick en las manos de la tiranía de Berlín. […] Yo sigo creyendo, […] ahora más que nunca, que la guerra, por desgracia, es inevitable.13

La relación de México con Alemania se había ido tensando fundamentalmente a raíz de la Guerra Civil Española, cuando México se convirtió en uno de los principales defensores de la República española, mientras que Alemania apoyó abiertamente al bando de los alzados, encabezado por el general Francisco Franco.14

Dice Friedrich Katz que la alianza de México con la España republicana representó “un medio para romper cierto aislamiento en la política exterior. México apenas podía encontrar apoyo en Latinoamérica para su revolucionaria política interior o para su creciente autoafirmación frente a los Estados Unidos, Gran Bretaña y las potencias del Eje”.15 Los gobiernos latinoamericanos eran en su mayoría conservadores y buscaban el apoyo de alguna de las grandes potencias. Por otra parte, Cárdenas se había negado a establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y el asilo al veterano revolucionario soviético León Trotsky, con toda la polémica que generó, tanto dentro, como fuera de México, tampoco ayudó a mejorar las relaciones con Stalin y su gobierno.16 Además, Cárdenas creía que el triunfo de los nacionales en España podía conducir a una amenaza directa de los regímenes fascistas para América. Así lo escribió en sus Apuntes del 17 de junio de 1937: “De triunfar los rebeldes de España, no es remoto que Alemania e Italia, juntamente con la casta militar de España, asuman una actitud altanera aun para los pueblos de América”.17 Esta postura frente a la Guerra de España, complicó las relaciones con el Tercer Reich. En 1936, el ministro plenipotenciario de Alemania en México, Rudt von Collenberg escribía que:

Las excitaciones del último tiempo han vuelto a acrecentar mi impresión de que aparte, tal vez, de mis colegas de Washington, Moscú y Praga, que no tienen que contar siquiera, como yo, con indios y mestizos semisalvajes, habituados al uso de revólveres y cuchillos, sin duda alguna no hay otro representante alemán en el extranjero que esté tan expuesto al peligro como lo estoy yo por el momento.18

Uno de los principales apoyos del gobierno cardenista a la República española, fue la triangulación en la compra de armas. Con el acuerdo de no intervención, el mercado de armas francés se cerró. Se intentó comprarlas entonces a la fábrica austriaca de Hirtenberg. A mediados de 1937 el ministro plenipotenciario de México en París, el coronel Adalberto Tejeda, hizo a dicha fábrica un pedido de 20 millones de cartuchos, por un valor de 90 mil libras esterlinas. En marzo de 1938 aún no se había hecho el suministro. Tras ocupar Austria, los alemanes cancelaron el pedido sin devolver el adelanto de ochenta mil libras. En junio de 1938 un agente alemán en México comunicó a la legación de su país que “de la composición del pedido se desprende con toda claridad que la munición está destinada a la España Roja”.19 Katz sostiene que “el temor de las autoridades mexicanas de que la ocupación alemana de Austria conduciría a la prohibición del suministro de armamento de Hirtenberg a la República española acrecentó probablemente la oposición de México a la anexión de Austria”.20

Por otra parte, aunque Lázaro Cárdenas enfrentó las presiones inglesa y estadounidense tras la expropiación petrolera con las ofertas alemanas para comprar el oro negro, ahora en manos mexicanas, ya en septiembre le hizo saber al presidente Roosevelt que se encontraban en la misma trinchera frente a los afanes expansionistas de Alemania. El 28 de septiembre de 1938 le escribió:

[…] México, dentro de sus posibilidades, desea cooperar con los demás países de América, y se permite ofrecer a Vuestra Excelencia un esfuerzo práctico y efectivo para mostrar su actitud contraria a la guerra y estaría dispuesto a impedir, desde luego de un modo radical y absoluto, que los países que estén próximos a la guerra obtengan las materias primas que México produce y a prescindir de esta fuente de ingresos tan importante para su economía en bien del alto ideal de la paz y de la democracia en el mundo, de cuyos principios Vuestra Excelencia es esforzado y sincero defensor.21

Cárdenas, intentaba aprovechar la negociación diplomática con los Estados Unidos frente al expansionismo alemán para afianzar las negociaciones respecto del tema petrolero. Roosevelt mostró reticencia en esto último contestando que aplaudía la decisión del gobierno de México de resolver los conflictos por la vía pacífica, que había “leído con gran interés y con mucho aprecio las demás sugestiones contenidas en su carta” pero consideraba “que en atención al hecho de que el peligro inmediato de la declaración de guerra en Europa parece haberse evitado, no hay ocasión inmediata para llegar a una decisión sobre aquellas sugestiones”.22 La solución definitiva del conflicto petrolero tardaría todavía un tiempo en lograrse.

Una vez consumada la anexión de Austria, e iniciada la persecución de opositores, el gobierno de Cárdenas abrió sus puertas al exilio antinazi, “formado por activistas, intelectuales y artistas alemanes y austriacos principalmente, pero también franceses, checos y belgas. La mayoría era comunista, pero también llegaron socialistas y socialdemócratas”.23 En las tablas de admisión de extranjeros en calidad de inmigrantes de 1938, publicadas en el Diario Oficial, no hubo restricción de ingreso para oriundos de países americanos y de España y se restringió la entrada a cinco mil inmigrantes por país a los procedentes de Alemania, Austria, Bélgica, Checoeslovaquia, Dinamarca, Francia, Holanda, Hungría, Inglaterra, Italia, Japón, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza.24 En las tablas del año siguiente, 1939, se redujo el número de inmigrantes de estos países a mil y se suprimió a Austria, probablemente
porque al haber sido ocupada por Alemania, ya se le consideró como parte de ésta.25

una vez consumada la anexión de Austria, e iniciada la persecución de opositores, el gobierno de Cárdenas abrió sus puertas al exilio antinazi

El presidente Cárdenas aceptó la invitación del presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, el 24 de marzo de 1938, a participar en la conferencia sobre refugiados alemanes y austriacos que se realizó en Evian, en Francia. Primo Villa Michel fue comisionado como enviado extraordinario y ministro plenipotenciario del gobierno de México. El gobierno mexicano elaboró un primer borrador sobre su política de asilo en esta coyuntura:

[…] recibirán preferente acogida quienes estén en disposición de sumarse al esfuerzo productivo de los campesinos mexicanos que quieran dedicarse a las labores agrícolas, así como profesionistas destacados, obreros de alto tipo técnico y especialistas en las diferentes ramas del saber, que, expulsados de los centros de investigación y trabajo, quieran venir a aportar su experiencia y su conocimiento al estudio y al aprovechamiento de nuestros recursos naturales y al perfeccionamiento de la agricultura y de la industria.26

Esta política debía ajustarse a las tablas que establecían el número de asilados que podía acoger cada país. Sin embargo, Villa Michel recibió la instrucción del secretario de Relaciones Exteriores, Eduardo Hay, de que, de ser necesario, la legislación respectiva podía ser modificada para ampliar las facilidades de inmigración.27

El resultado más importante de la Conferencia de Evian fue la creación de un comité intergubernamental que daría seguimiento al tema del refugio a alemanes y austriacos. Ante estas intenciones, León Behar, secretario del Comité Pro Refugiados en México, le escribió a Cárdenas urgiéndolo a poner en marcha el asilo a los perseguidos por el nazismo y le pedía que recibiera a los miembros del Comité para que éstos pudieran exponerle la situación de las víctimas de las persecuciones en la Europa Central.28

Si Isidro Fabela fue el vocero de Cárdenas ante la Sociedad de las Naciones, Luis I. Rodríguez y Gilberto Bosques fueron sus operadores en el tema de la ayuda a los perseguidos de los fascismos europeos desde la Embajada y el consulado mexicanos en Francia. Este último tendría su sede principal en Marsella. Bosques había sido nombrado para el cargo ante la inminencia de la derrota del ejército republicano en España, con la misión de actuar como enviado personal del presidente en Europa. Bosques contaría en una entrevista que “las instrucciones dadas a las autoridades mexicanas eran claras y precisas. Se trataba de ayudar, en la medida de los medios disponibles lo permitían, a todos aquellos que habían buscado refugio al amparo de la bandera tricolor”.29

La protección prestada a los refugiados españoles, pronto se amplió a multitud de antinazis y antifascistas refugiados en Francia, a los que se proporcionaron documentos para poder salir rumbo a México o facilidades para volver a sus países a continuar la lucha contra el fascismo.30 

Aunque es difícil contabilizar el número exacto de austriacos que debieron abandonar su país en 1938, la estimación es que alrededor de trece mil personas llegaron a América Latina. De ese total, alrededor de mil quinientas se refugiaron en México.31 Aquí se habían organizado comités de apoyo para el otorgamiento de visas en los que participaron, entre otros, Eulalia Guzmán, Gutierre Tibón y Frida Kahlo. Como dice Christian Kloyber, “tránsito fue la palabra clave para los años de 1938 a 1942. Francia era el último punto en Europa; la soga que sería jalada por los nazis se estrechaba cada vez más. Marsella aún estaba libre, el puerto, el consulado mexicano, una oportunidad para escapar, quizá a través de Lisboa o Casablanca”.32

Aunque es difícil contabilizar el número exacto de austriacos que debieron abandonar su país en 1938, la estimación es que alrededor de trece mil personas llegaron a América Latina. De ese total, alrededor de mil quinientas se refugiaron en México

Con orígenes políticos diversos, estos refugiados austriacos en México se vincularon en su lucha contra el fascismo creando el 3 de diciembre de 1941, ya durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho, la asociación Acción Republicana Austriaca de México (aram). La unión de sus miembros, decían, “es consecuencia de la convicción de que la libertad y la independencia de Austria han sido violadas por la dictadura de Hitler; sólo su derrota dará al pueblo austriaco la posibilidad de decidir su propio destino”.33 Estos refugiados se comprometieron, desde su exilio mexicano, a hacer todo lo posible por la liberación de su patria colaborando “con los verdaderos adversarios del nacionalsocialismo y el fascismo, para lograr la derrota de la dictadura de Hitler y como consecuencia obtener la liberación de Austria”.34

El primer presidente de la Acción Austriaca, que llegó a contar con 106 miembros, fue Rudolf Neuhaus, socialdemócrata vienés y colaborador de la Institución para la Educación Popular de la ciudad de Viena, quien fundó la Librería Internacional, especializada en libros científicos. El secretario de la mesa directiva fue el militante comunista Josef Foscht.35 La aram se vinculó muy pronto a la publicación y movimiento Alemania Libre, fundado cuatro semanas después que la organización austriaca. Su propósito fue “aglutinar a todos los opositores al nazifascismo de habla alemana”,36 con intelectuales y artistas mexicanos en torno a una revista y un centro cultural.37  Tanto la aram como Alemania Libre eran herederas de la Liga Pro Cultura Alemana, movimiento creado a instancias del conocido escritor alemán Ernst Toller, quien participó el 7 de noviembre de 1937 en una asamblea de intelectuales socialistas en el palacio de Bellas Artes y quien se fue de México en diciembre de 1938. En la Liga participarían los exiliados de habla alemana en México y los residentes austriacos y alemanes. Esta organización resultó ser un instrumento importante para la obtención de visas de asilo para los perseguidos que esperaban ya fuera en Europa, ya fuera en la isla Ellis en Nueva York.38

Lázaro Cárdenas dejó la presidencia de México el 1º de diciembre de 1940. Ya fuera del poder ejecutivo ocupó, a instancias de su sucesor Manuel Ávila Camacho y en plena guerra mundial, los cargos de Comandante general del Pacífico y Secretario de la Defensa Nacional. Desde estas posiciones tuvo que enfrentar, más que al enemigo formal que era Japón, a las intenciones estadounidenses de instalar bases militares en la Baja California. La guerra europea prácticamente desapareció de sus notas personales, aunque dejó algunas reflexiones y noticias sobre la misma. El 1º de enero de 1943 escribía: 

La victoria sigue inclinándose a favor de las Naciones Unidas. Rusia con su brillante y heroica resistencia hizo declinar la estrella victoriosa de Alemania, que se detuvo frente a la defensa de Stalingrado para no levantarse más. […] ¿Qué debemos esperar del final de esta guerra? ¿Cómo pensarán tratar los vencedores a los vencidos? Si no se establece un trato más justo para todos los pueblos del mundo, de tal manera que la independencia de cada país para gobernarse sin tutelajes sea un hecho real; si no se alivia la miseria en que viven grandes núcleos humanos y si no se trata con justicia a los pueblos vencidos facilitándoles medios de vida y desarrollo, sólo se logrará una paz temporal impuesta por la fuerza de las armas, pero no una paz estable como la desean los pueblos que aspiran a suprimir el imperialismo que subyuga a los pueblos débiles.39

El 9 de septiembre consignaba la rendición incondicional de Italia y preveía la pronta derrota del ejército alemán.40 El 14 de abril de 1945 escribió a propósito de la muerte de Roosevelt anotando:

Con extraordinaria habilidad movilizó al pueblo norteamericano para combatir a los países del Eje y durante la guerra fue factor importante y decisivo en la victoria. A su muerte los Ejércitos angloamericanos se encontraban a doscientos kilómetros de Berlín, próximos a enlazarse con el Ejército soviético que estaba ya en las cercanías de la capital alemana.41

El 29 de abril registró la ejecución de Mussolini y el 2 de mayo la muerte de Hitler. Un escueto “Hoy se rindió Alemania” fue su nota del 4 de mayo. Cuatro días más tarde apuntó: “Hoy se celebró el anuncio de la paz en toda Europa”.42

Lázaro Cárdenas definió la política exterior mexicana a la largo de su mandato. Pero una vez establecidas las directrices de la misma, dejó operar a sus agentes diplomáticos. Los reflectores no recaerían en él, sino en un equipo que contó con figuras de la talla de Bosques, Fabela, Rodríguez y Tejeda. Lázaro Cárdenas fue presidente de México en un tiempo en que se debatían y confrontaban ideas, algunas de ellas terribles, conduciendo al mundo al abismo de la guerra. Y en esa década convulsa para el mundo entero, México logró crear condiciones que lo alejarían de los radicalismos de uno y otro signo ideológico y operar en el ámbito internacional con una dignidad extraordinaria.

Notas

1 Cf. Adolfo Gilly, El cardenismo, una utopía mexicana, pp.19-20.

2 Carta de Lázaro Cárdenas a Isidro Fabela , Isidro Fabela y Luis I. Rodríguez, Diplomáticos de Cárdenas. Una trinchera mexicana en la Guerra Civil (1936-1940), p.24.

3 Julián Casanova, Europa contra Europa (1914-1945), p.27.

4 Cf. Ibid., pp.26-27.

5 Cf. Álvaro Lozano, XX Un siglo tempestuoso, p.236.

6 Cf. Fernando Serrano Migallón, Isidro Fabela y la diplomacia mexicana, pp.116-117.

7 Lázaro Cárdenas, Obras. I. Apuntes 1913/1940, p.390.

8 Isidro Fabela, Cartas al Presidente Cárdenas, pp.3-5.

9 Apud, F. Serrano Migallón, op. cit., p.119.

10 J. Casanova, op. cit., pp.27-28.

11 L. Cárdenas, op. cit., p.399.

12 Idem.

13 I. Fabela, op. cit., pp.145 y 150.

14 Cf. Friedrich Katz, “México y Austria en 1938” en Revista Mexicana de Política Exterior, pp.19-20.

15 Ibid., p.20.

16 Cf. Idem.

17 L. Cárdenas, op. cit., p.370.

18 Apud, F. Katz, op. cit., p.20.

19 Ibid., p.21.

20 Idem.

21 Carta de Lázaro Cárdenas a Franklin D. Roosevelt, Epistolario de Lázaro Cárdenas, pp.336-337.

22 Ibid., carta de Franklin D. Roosevelt a Lázaro Cárdenas, p.337.

23 Daniela Gleizer, “Exiliados políticos y refugiados del nazismo en México: experiencias disímiles” en Revolución y exilio en la historia de México. Homenaje a Friedrich Katz, p.654.

24 Cf. D. Gleizer, México frente a la inmigración de refugiados judíos: 1934-1940, pp.80-81.

25 Cf. Ibid., p.81.

26 Apud, D. Gleizer, México frente a la inmigración de refugiados judíos: 1934-1940, p.115.

27 Cf. Idem.

28 Cf. Ibid., pp.119-120.

29 Apud, Elsa María Hernández, Gilberto Bosques, pp.52-53.

30 Cf. E. M. Hernández, op. cit., p.53.

31 Cf. Christian Kloyber. “Austriacos. Su participación en la vida social y cultural desde 1938” en La ciudad cosmopolita de los inmigrantes, p.108.

32 Ibid., p.110.

33 Idem.

34 Robert Kolb, “Testimonios de la época de inmigrantes austriacos en México” en Revista Mexicana de Política Exterior, p.15.

35 Cf. Ibid. Como socios fundadores participaron Resi Mandl, Bruno Frei, Arthur Bonyhadi, Hans Zagler, Moritz Luft, Mela Ballin, Otto Hahn y Josef Foscht, Christian Kloyber, p.116.

36 Idem.

37 Cf. Ricardo Pérez Montfort, “Apuntes sobre el exilio alemán en México” en México, país refugio. La experiencia de los exilios en el siglo XX, p.52.

38 Cf. C. Kloyber, op. cit., p.112.

39 L. Cárdenas, Obras, I Apuntes 1941/1956, Tomo II, p.99.

40 Cf. Ibid., p.111.

41 Ibid., p.166.

42 Ibid., pp.171-174.

Bibliografía

Cárdenas, Lázaro, Obras. I. Apuntes 1913/1940, UNAM, México, 1986, (Nueva Biblioteca Mexicana, Tomo I).

“Carta de Lázaro Cárdenas a Franklin D. Roosevelt”, 28 de septiembre de 1938 en Epistolario de Lázaro Cárdenas, Ed. Siglo XXI, (presentación de Elena Vázquez Gómez), México, 1974, V.I.

Casanova, Julián, Europa contra Europa, 1914-1945, Ed. Crítica, Barcelona, 2014.

Fabela, Isidro, et. al., “Carta de Lázaro Cárdenas a Isidro Fabela” (17 de febrero de 1937) en Diplomáticos de Cárdenas. Una trinchera mexicana en la Guerra Civil (1936-1940), Trama editorial, Madrid, 2007.

Fabela, Isidro, Cartas al Presidente Cárdenas, México, 1947.

Gilly, Adolfo, El cardenismo, una utopía mexicana, Ed. Cal y Arena, México, 1994.

Gleizer, Daniela, “Exiliados políticos y refugiados del nazismo en México: experiencias disímiles” en Revolución y exilio en la historia de México. Homenaje a Friedrich Katz, El Colegio de México/Centro Katz, The University of Chicago/Ediciones Era, México, 2010.

Hernández, María, Gilberto Bosques, Secretaría de Cultura del Estado de Puebla, México, 1997.

Katz, Friedrich, “México y Austria en 1938”en Revista Mexicana de Política Exterior, No. 20, Julio-Septiembre, México, 1988.

Kloyber, Christian, “Austriacos. Su participación en la vida social y cultural desde 1938” en La ciudad cosmopolita de los inmigrantes, Editado por el Gobierno del Distrito Federal, Carlos Martínez Assad (coordinador y editor), México, 2009, Tomo 2.

Kolb, Robert, “Testimonios de la época de inmigrantes austriacos en México” en Revista Mexicana de Política Exterior, No. 20, Julio-Septiembre, 1988.

Lozano, Álvaro, XX Un siglo tempestuoso, Ed. La esfera de los libros, Madrid, 2016.

Migallón, Fernando, Isidro Fabela y la diplomacia mexicana, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1981, (SEP/80).

Montfort Pérez, Ricardo, “Apuntes sobre el exilio alemán en México” en México, país refugio. La experiencia de los exilios en el siglo XX, INAH, Plaza y Valdés, Pablo Yankelevich (coordinador), México, 2002.

0