Hooligans vs Barras Bravas. La violencia en el Mundial de fútbol (1986)

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Hooligans vs Barras Bravas. La violencia en el Mundial de fútbol (1986)

Héctor Cruz Pineda

El fútbol, a lo largo del tiempo, ha sido relegado de manera constante por los historiadores como algo de menor importancia, sin embargo, hacer esto implica ignorar un elemento primordial de la cultura popular de un gran número de sociedades. Si se analiza de manera correcta y con un ojo crítico, se podrían observar comportamientos sociales, políticos y culturales implicados en el deporte más popular del mundo.

Ahora, estas cuestiones sociales y culturales no sólo se desenvuelven en el accionar de la práctica del deporte, sino que, con la transformación del deporte a un deporte-espectáculo, aparece un nuevo protagonista en este fenómeno social. Muchos nombres se le han dado a este nuevo elemento del deporte, que no sólo es exclusivo del fútbol, pero que dentro de nuestro contexto actual es el que más sobresale. Estamos hablando de los aficionados y público, conocidos como hinchas en Sudamérica, fans para los ingleses.

El espectáculo y los aficionados se volvieron tan importantes que se crearon espacios especiales para observar el partido, los estadios, donde se desarrollarán historias paralelas, e igual de importantes, a las que ocurren en el campo.

Este trabajo trata de enfocarse en este protagonista del deporte, el aficionado, pero un tipo muy específico, aquel que va más allá de ser un casual disfrutando del deporte-espectáculo, sino que abraza una identidad alrededor de lo que representa un equipo, en este caso, nacional, hasta ejercer la violencia y la venganza por su grupo, así como el honor de éste. Nos referiremos a los Hooligans ingleses y las Barras Bravas Argentinas.

En un siguiente punto, se busca delimitar el tema dentro de un momento específico de la historia de la humanidad y el fútbol. Casualmente, existe un evento que llevó a que ambos grupos se encontrarán, el Mundial de México 1986. Siendo el famoso y reconocido Estadio Azteca en el antiguo Distrito Federal, hoy Ciudad de México, el lugar donde ocurrieron los hechos.

Las tensiones previas a un juego de eliminación directa traen consigo un sentimiento de rivalidad y competencia siempre. Es parte de los deportes modernos, un ambiente controlado donde estos sentimientos se dejan fluir de manera “civilizada”. Y no sólo eso, sino que el ambiente se cargó aún más con antecedentes de índole político y militar que había enfrentado a ambas naciones, la Guerra de las Malvinas.

A la tensión habitual de un cruce por los cuartos de final en un campeonato del mundo se le suma el hecho de enfrentar a Inglaterra, el imperio al que cuatro años atrás Argentina había desafiado en una guerra por la recuperación de las Islas Malvinas que los británicos ocupan desde 1833. El conflicto, desatado en 1982 por la dictadura militar que tenía el poder por entonces en el país, produjo la muerte de 649 argentinos, la mayoría de menos de 20 años; más de 1.082 heridos, y cerca de 500 suicidios después del regreso al continente.[1]

Muchas veces, el fútbol está cargado de sentimientos nacionalistas o de pertenencia. En este caso hablamos de selecciones nacionales, la selección inglesa y la argentina se enfrentarían en los cuartos de final de la Copa del Mundo, el 22 de junio de 1986. En ambos países se comparte, hasta hoy en día, una tradición futbolística importante; por un lado, el país que se adjudica su invención y reglas, y por otro, el país latinoamericano que solo a través de este deporte logró posicionarse a nivel internacional.

Si bien desde el discurso oficial de las selecciones nacionales y de los mismos jugadores se trataba de dejar de lado el recuerdo de las Malvinas y la guerra, no ocurría lo mismo desde la percepción popular y periodística del momento.[2]Completely deportive. No politic, this play is only football”,[3] Esto fue lo que mencionó en una entrevista Carlos Billardo, el director técnico de la posterior campeona del mundo Argentina.

Pero como se ha mencionado, el fútbol tiene varios niveles de análisis y protagonistas, debemos de enfocarnos en esta percepción popular que ya cargaba el juego. Desde el inicio de la competición deportiva, ambos seleccionados nacionales habían traído consigo sus respectivos grupos de animación. Estos grupos acompañaron a los seleccionados a lo largo del torneo en los diferentes escenarios. Las Barras argentinas inclusive estuvieron en Monterrey cuando jugó ahí la selección albiceleste.

«Debemos de analizar a estos grupos de “animación”, como corporaciones que se reúnen por un símbolo o valores de pertenencia, normalmente de forma autónoma como individuos, pero que terminan siendo cooptados por el grupo organizado.»

Teniendo esto en cuenta, me parece de lo más apropiado empezar a tratar de entender como están conformados estos grupos, así como su tendencia a la violencia. Debemos de analizar a estos grupos de “animación”, como corporaciones que se reúnen por un símbolo o valores de pertenencia, normalmente de forma autónoma como individuos, pero que terminan siendo cooptados por el grupo organizado.

Siguiendo a Barrington Moore, podrían ser analizados como una corporación que rechaza sus obligaciones sociales para involucrarse en la búsqueda de un bien mayor,[4] en este caso, impulsado por una idea de identidad exacerbada. En este sentido, tiene razón y es observable como las Barras Bravas argentinas asumen la pelea como una venganza, y algo justo por hacer.

Hay que señalar que son organizados, aún hasta el día de hoy. Hay una jerarquía interna que los miembros del corporativo deben de respetar. Estos mismos líderes del grupo en general son quienes tienen mayor tiempo dentro de la organización, o son colocados ahí por parte de los clubes o equipos que representan.

Esta última parte es muy importante, ya que los líderes estaban, y están en muchos casos, relacionados o son el contacto directo entre las directivas de los clubes y equipos.[5] Si bien, hoy encontramos que se tratan de alejar ambos ámbitos, su estrecha relación no puede olvidarse y darnos cuenta del poder o capacidad de acción que tenían estos grupos.

Hay que tomar en cuenta que ambos grupos están conformados enteramente por hombres. Este no es un dato menor, de hecho, da pauta para una visión mucho más compleja del evento. Pues estamos frente a un hecho donde el machismo implícito en estos grupos impulsa a los individuos a demostrar qué tan “machos” son, quién es más valiente y quién está dispuesto a arriesgar su cuerpo por una causa más grande. Esto ha sido denominado en el caso sudamericano como “aguante”.[6] Este “aguante” está relacionado, o tiene su símil en el antiguo pensamiento del honor masculino. No se debe de olvidar que el honor va acompañado con otros valores como la valentía y el sacrificio individual por el conjunto, que dentro de estos grupos masculinos toma una gran importancia y es exigido por los líderes.[7]

Así, la pelea en el Estadio Azteca era una defensa del honor nacional inglés y argentino, al mismo tiempo que demostraba ante el “otro” el orgulloso “aguante” de los hombres de cada nación. Esta perspectiva de género no debe de olvidarse a lo largo del trabajo.

Debemos de señalar que, si bien los Hooligans y las Barras Bravas eran similares en su conformación, de hecho, las barras sudamericanas copiaban el estilo inglés, había diferencias a notar. Para señalar estas diferencias, me parece pertinente el análisis de una imagen tomada del video del partido Argentina vs Inglaterra.

[8]

Las banderas y emblemas que las corporaciones usan son muy importantes a tomar en cuenta, sobre todo por ser una forma gráfica y útil para identificarse, no sólo entre propios miembros, sino que funcionan para que el “otro” pueda ver la diferencia. Como se puede observar en esta imagen, los Hooligans traían banderas de Inglaterra y del Reino Unido. Recordemos que no son la misma entidad política. Sin embargo, lo que debe de llamarnos la atención son las inscripciones que traían estas banderas.

Portsmouth, Hull City y Southampton, son nombres de ciudades inglesas. Esto nos puede revelar un hecho de suma importancia, si bien, la selección inglesa había reunido en un solo grupo a los aficionados ingleses, estaba muy presente dentro de este grupo la pertenencia e identidad local de sus ciudades y pueblos.

Todas las ciudades inglesas mencionadas tienen un club de fútbol que los representa. Destacando el grupo de Portsmouth, que durante la década de los años 80 fue uno de los grupos de Hooligans más importantes,[9] y continúan afanándose de este hecho hasta hoy en día, a través de las redes sociales. Es con ello que encontramos una importante heterogeneidad dentro del grupo de los Hooligans ingleses, quienes parece que no estaban organizados de una forma más nacional, sino local entre los diferentes grupos.

En el caso de las Barras Bravas argentinas, si bien había representantes de los principales grupos de “animación” de los clubes de fútbol argentinos, estos parecían venir con una organización mucho más avanzada a la inglesa. Para el mismo efecto, se tratará de analizar las banderas y pancartas que traían el día del partido.

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Esta imagen es muy rica en elementos cruciales para entender el proceso y el evento de la pelea suscitada dentro del estadio y sus inmediaciones. Primero que nada, dejaremos claras las diferencias que se estaban exponiendo anteriormente. Como se puede observar son mayoría las banderas argentinas, que a diferencia de las inglesas no cuentan con insignias o nombres de poblados específicos de ciudades o pueblos. En este punto podemos argumentar que dentro del corporativo argentino, existía un sentimiento de mayor identidad nacionalista, exacerbado por el sentimiento de venganza y retribución a propia mano, que las Barras promovían.

La imagen revela su nivel de organización, que lograba amalgamar en una sola fuerza simbólica a todos los integrantes de la Barra nacionalista. Esta organización fue planeada desde el momento en que se supo el rival de la selección albiceleste, por lo que tenían claro sus objetivos violentos desde antes del partido. Inclusive varios medios mexicanos y extranjeros culpaban a los argentinos de empezar las peleas dentro del estadio; el periódico mexicano Esto mostraba en el título de su nota que los hinchas fueron los incitadores: “Los «Hooligans» fueron los ches”.[11]

El segundo punto a destacar de la imagen presentada es con respecto a las banderas. En medio de la imagen sobresale una bandera del Reino Unido, esto refleja una característica del honor y la violencia física entre esos dos grupos. Para estos grupos hay ciertos emblemas y sistemas simbólicos de pertenencia y orgullo, el caso de las banderas es muy claro; sin embargo, esto se recrudece cuando pensamos que una bandera nacional, no sólo representa el grupo particular de Hooligans o Barras, sino que, representa a un pueblo, a una nación. A este respecto podemos tomar en cuenta lo que plantea María Verónica Moreira:

 

En el marco de la rivalidad y enemistad de las hinchadas, la cuestión del honor está íntimamente relacionada con la defensa de los bienes propios y el perjuicio sobre los ajenos; objetos percibidos como sagrados, no negociables ni intercambiables, como las banderas, los emblemas y las camisetas del equipo.[12]

 

El robo de banderas y playeras fue un hecho comprobable en el partido del 22 de junio de 1986, siendo un sentido de completo orgullo de parte de las Barras sudamericanas, quienes fueron los que más robaron y se podría ver como una completa victoria argentina, en el campo y en las gradas violentas. Al robar las banderas y en muchos casos quemarlas, se simboliza una vergüenza y humillación al rival.

Claro está que esto fuerza a la parte contraria a recuperar el honor simbólico de las banderas, es por ello que, finalizado el partido, con la vergüenza de la derrota deportiva, pero, sobre todo, de la pelea física, los ingleses trataron de recuperar sus pertenencias, lo que provocó otra riña fuera del estadio. En una muy pequeña nota del periódico local de Aberdeen, se narra cómo, un pequeño grupo de 15 a 20 ingleses, atacaron a los argentinos con piedras, lo que provocó la riña; una venganza de la venganza. El enfrentamiento tuvo varios heridos y fue controlado finalmente por la policía mexicana con 200 unidades, según el periódico inglés. La misma nota hace hincapié en dos vestimentas, primero de un inglés con la Union Jack y la de varios argentinos con la leyenda de “The Falklands are Argentine[13] “Las Malvinas son Argentina”. Esto nos remite al último punto que se debe destacar de la imagen anterior.

Del lado izquierdo de la imagen podemos encontrar una manta con los colores de la bandera argentina que tiene la leyenda de “Las Malvinas son Argentina”. Si bien en la imagen no se logra ver del todo la frase, podemos asumir que eso estaba escrito, por lo que se alcanza a apreciar, así como el testimonio que deja el periódico local de Aberdeen.

“Lo voy a decir solo una vez, y Dios me perdone, porque no es un golpe bajo. ¡Por todos los pibes que no pueden gritar esta victoria! Argentina 2, Inglaterra 1”.

De esta manera volvemos a encontrar la coyuntura política que era percibida por los hinchas argentinos, no solo las Barras Bravas. Inclusive podemos remitirnos a la narración del partido, por Víctor Hugo, narrador argentino de enorme fama en el país sudamericano: “Lo voy a decir solo una vez, y Dios me perdone, porque no es un golpe bajo. ¡Por todos los pibes que no pueden gritar esta victoria! Argentina 2, Inglaterra 1”.[14]

La exclamación explícita de Víctor Hugo como narrador oficial del Mundial en Argentina deja en evidencia el sentir general de la población argentina. El revanchismo, el sentimiento de venganza, no solo se encontraba con las Barras Bravas, éstas son un reflejo de una sociedad más grande, con temores y sentimientos.

Mientras tanto, del lado inglés había un sentimiento diferente, un orgullo nacional, una superioridad en casi todos los sentidos. Para empezar, en cuestión del partido de fútbol eran considerados por todos los expertos como favoritos a ganar el juego; al mismo tiempo, también en los grupos ingleses estaba el recuerdo de la guerra, pero se veía como una victoria justa y una clara demostración del poderío imperial de Inglaterra. Un fan anónimo fue entrevistado antes del partido, y su comentario ilustra la confianza y visión del juego, así como del “otro” argentino: “Habrá tensión de su lado porque perdieron la guerra, la ganamos, así que no habrá ninguna tensión con nosotros. Somos los reyes. Nosotros somos los campeones del mundo”. [15]

La confianza y seguridad del aficionado inglés, así como su afirmación de ser “los reyes” deja en evidencia la mentalidad imperial que predominaba en este grupo. Es por ello que parece que no se preocuparon los Hooligans por una organización más importante, tal vez subestimaron la respuesta argentina. Si habían sido vencidos una vez, podrían hacerlo nuevamente. Vemos como estos dos grupos eran impulsados de diferente manera, casi idénticos en sus características. Si bien, al final trataron de responder, y recuperar sus símbolos de honor, los grupos Hooligans no lograron agruparse en torno a un objetivo concreto, a diferencia de las Barras Bravas.

Ante la derrota y humillación nacional de forma militar y política en 1982, la sociedad argentina encuentra una victoria con capital simbólico en el encuentro deportivo. No se ha hablado mucho sobre el partido en sí, donde los argentinos derrotaron a los ingleses por dos goles de Diego Armando Maradona, el primero con la mano, después conocido como la “Mano de Dios”, y el segundo, el mejor gol de la historia. De esta manera también se consolida la admiración y culto de un personaje de toda una nación, extraño que, si bien en el terreno militar antes se creaban los héroes nacionales, es en el campo de juego que estos mitos se dan en muchas sociedades sudamericanas.[16]

Tras la victoria argentina en la mayoría de los campos del fútbol ese 22 de junio de 1986, la prensa que tanto había calentado el partido, con titulares rimbombantes y referentes a la guerra, mencionó muy poco los incidentes violentos que se suscitaron dentro y fuera del Coloso de Santa Úrsula. Solo unas pocas notas inglesas, argentinas y mexicanas. Los titulares se llevaron la polémica figura de Maradona y la proeza argentina, que pronto se convertiría en leyenda nacional con la consumación del campeonato mundial.

Con esto, encontramos un evento violento, que fue protagonizado por dos grupos corporativos y militantes, que en su organización e ideales son similares, inclusive en sus comportamientos machistas. Pero aún dentro de estas dinámicas sociales particulares de los Hooligans y las Barras Bravas, se entremezclan sentimientos nacionalistas y conflictos geopolíticos, que encuentran en el fútbol un peligroso cruce ante la mirada e inclusive aliento del ojo internacional.

Para ambos grupos, no existía una diferencia entre la pelea en el estadio y la Guerra de las Malvinas, ambos sentían una continuidad. Pero no solo ellos, de manera implícita la mayoría de la sociedad inglesa y argentina lo sentía, aun cuando el discurso oficial trataba de dejarlo de lado. Es por ello que dentro de la cultura popular argentina este hecho dejó huella, lo podemos notar en algunas historietas, donde se recordaba la pelea y la venganza argentina.

Para concluir me parece de suma importancia analizar lo que expone, una vez más, María Verónica Moreira:

 

El juego del agón refuerza patrones y principios sociales constitutivos de una sociedad como la hinchada. Los enfrentamientos físicos simulan verdaderos combates medievales en los que la búsqueda de una victoria, corporal y moral, conduce a la conservación y acumulación de un capital simbólico como el honor.[17]

 

El juego del agón es un término griego que hacía referencia a una contienda o desafío, sin embargo, en la educación física hace referencia a juegos de rol competitivos. Ahora, deja en claro con esta cita la importancia del honor, como capital simbólico, donde el enfrentamiento físico sirve para resarcir o vengarlo.

Las Barras Bravas y los Hooligans deben de ser estudiados de forma crítica como un complejo grupo corporativo social, que se maneja dentro de un sistema de valores machistas y jerárquicos. Estos se ven atravesados por el resto de los sucesos del mundo, aun cuando se tiende a pensar en ellos como grupos cerrados. El ejemplo de la pelea suscitada en el juego de cuartos de final de la Copa del Mundo México 1986, puede permitir a los historiadores observar y analizar a estos grupos, los sistemas identitarios, nacionalistas y violentos; así como darle más relevancia a la historia del deporte, que tiene mucho que ofrecer de forma académica y crítica a la disciplina histórica.

 

 

Notas

[1] Andrés Burgos, El partido. Argentina-Inglaterra 1986, p.23.

[2] Ibid. p. 28. Es de destacar los titulares que varios periódicos hicieron, muchos haciendo referencia a la guerra o metáforas referentes a las Malvinas. Algunos inclusive señalaban el enfrentamiento futbolístico directamente como una segunda parte del conflicto militar, como el País que tituló su nota como “Inglaterra-Argentina: la guerra de las Malvinas en versión futbolística”.

[3] Daniel Felipe Lozano Piñeros, Argentina vs Inglaterra/ México 86 (Partido completo/Narración Víctor Hugo), 2020, [en línea]: https://www.youtube.com/watch?v=Egv6nP2YHqE.

[4] Cf. Barrington Moore, “Primera parte. El sentimiento de injustica”, p. 63. Hay que señalar que Moore se refiere al ascetismo, y en esta situación se reprimen ciertos instintos y sentimientos, mientras se exaltan y exageran otros.

[5] Cf. María Verónica Moreira, “Trofeos de guerra y hombres de honor”, p. 92.

[6] Cf. Ibid. p. 96.

[7] Cf. Ibid. p. 100.

[8] La imagen fue tomada del video de la transmisión oficial del partido, del 22 de Junio de 1986.

[9] Hooligans tv, “Meet the firms in England: 657 crew-Portsmouth FC”, Hooligans TV, [en línea]: https://hooliganstv.com/6-75-crew-portsmouth-fc/.  [Consulta: 10 de mayo de 2022.]

[10] La imagen fue tomada del video de la transmisión oficial del partido, del 22 de junio de 1986.

[11] Cf. Shanik Berman, “Los «Hooligans» fueron los ches”, p. 8.

[12] Cf. María Verónica Moreira, Óp. Cit., p. 12.

[13]  Good Morning Aberdeen, “English fans attack Argentinians with stones”, p. 1.

[14] Daniel Felipe Lozano Piñeros, Óp. Cit.

[15] Idem.

[16] El estudio histórico de estos personajes que desde el deporte marcan una tendencia nacional e internacional y se convierten en modelos a seguir no ha sido del todo explorado por historiadores, no es propósito de este trabajo, pero sería interesante señalarlo.

[17] Cf. María Verónica Moreira, Óp. Cit., p. 16.

 

Bibliografía

BURGOS, Andrés, El partido. Argentina-Inglaterra 1986, Argentina, Lectulandia, 2016, p. 203.

HOOLIGANS TV, “Meet the firms in England: 657 crew-Portsmouth FC”, [en línea]: https://hooliganstv.com/6-75-crew-portsmouth-fc/.  [Consulta: 10 de mayo de 2022.]

LOZANO, Piñeros, Daniel Felipe, Argentina vs Inglaterra/ México 86 (Partido completo/Narración Víctor Hugo), 2020, [en línea]: https://www.youtube.com/watch?v=Egv6nP2YHqE.

MOORE, Barrington, “Primera parte. El sentimiento de injustica”, en Barrington Moore Jr, La injusticia. Bases sociales de la obediencia y la rebelión, México, UNAM, 1996, pp. 9-121.

MOREIRA, María Verónica, “Trofeos de guerra y hombres de honor”, en Pablo Alabarces, et. al., Hinchadas, Argentina, Ediciones Prometeo, 2008, pp. 91-104.

BERMAN, Shanik, “Los «Hooligans» fueron los ches”, Esto, 23 de Junio de 1986, p. 8.

GOOD MORNING ABERDEEN, “English fans attack Argentinians with stones”, The Press and Journal, 23 de junio de 1986, p. 1.

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