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Horas del viento
Ernesto Méndez Prado
1
La nitidez, la tenacidad, la petulancia
De un viento sólido
Que increpaba las aguas
sacándole bramidos.
Que encrespaba las olas
Devoradora
Azotaína en pliegues
De armiño
Ha de rasgar la piel de esa mar
En estallidos
como rasga, trashumante,
la silueta fina de las conchas marmóreas
Suplicantes entre el palo de rosa y el azul cobalto
Vetas tersas labradas
Con cincel de sal
Y crines de heliotropo
2
fuerte les hacía el calor a ellos
y a ellas
sobre todo, veíaseles
abrirse en sus recónditos linderos
jazmín y miel
ahí donde las horas crepusculares
hacen sonar una
como baglama,
o un qanun
como graznido de pájaro,
puerta chirriante
y luego sonsonete
silbato empalagoso
matraca y sopor
sudor
tendidos sobre la roca
pulida que la espuma lame
3
Vi todo
A pesar de atraerse
consigo la noche
De arrastrarla
A mis espaldas
De atascarse
Entre fojas
Sin adeptos para contemplarla
Vi todo
Desde aquel valle
Aderezado con tapetes
Y arabescos
Mosaicos
de ojivas
Cúpulas sinodales
dátiles
La tersura ribereña
De la seda
La quietud de las olas
Los pergaminos enredados
entre sus piernas
La plata flamante de la marea
Vi
la filigrana del viento tatuada en henna.