Mario Urquiza Montemayor Será casi siempre hoy Mario Urquiza Montemayor Inventado a solas, por la enorme tristeza o la pequeña felicidad, en un territorio blanco, el poema crece, vive, en esta habitación incurable de mí, sin enmienda. Momentánea estancia, transparente y perdurable. Vuelve de la noche a sí mismo para nombrarla y reconocerse en el eco. Escuchar la oscuridad alrededor del árbol, ver la palabra ramificada y escuchar en su memoria: esta tarde está en la punta del árbol. Cayendo, sin tocar el suelo ¡no hay tregua! Ya todo es tierra suelta, árida incertidumbre. Va el polvo con el viento, y aun así no encuentro las manos de Tonatiuh, palpando las flores, mano con mano, o sumergidas en el agua. En los mogotes, ―como tipis―, habita la noche ¿o habitan ahí los grandes misterios? Apenas entra la noche, y pedimos la bebida caliente, el abrigo y no encontramos la calidez confortable que no se beba o se ponga y cese ante el frío. Son cosas que pienso, pero que no digo. En unos días iniciará el mes de diciembre ¿nosotros en él, o él en nosotros? No sólo acabará el mes, también el año; lo que hice y lo que fue, no existe si yo no existo, sino sólo es historia, bien o mal contada. Consagración Mario Urquiza Montemayor A Octavio Paz El día despierta para nosotros como la memoria abierta, dispersión absoluta y transparente gira alrededor del día. El fruto es la mirada franca, el hombre es el mediodía, la poesía es dispersión; memoria, constante retorno, vuelta a este instante, reinvención del otro día. A veces no estoy para la poesía Mario Urquiza Montemayor A veces no estoy para la poesía: todo el día es sol insertado en la memoria. Sabemos que allá arriba está, porque así nos lo dijeron. El hombre surca la palabra otorgada, camina sin miramientos; su camino se abre en los ojos del día, las cosas se alejan un poco más de él. 0