Ignacio de la Garza Gálvez
Emiliano Zapata quizá es el caudillo de la Revolución mexicana más mitificado —con Pancho Villa pisándole los talones—. Sus hazañas y anécdotas son innumerables, siendo uno de los héroes revolucionarios más querido por el pueblo. Sin duda, se ha convertido en uno de los símbolos más poderosos de lucha, resistencia y revolución para incontables personas. La consigna “Zapata vive, la lucha sigue” es frecuente en manifestaciones, pintas y comunicados en todo el territorio nacional. Sin embargo, para algunos, esta consigna es más literal de lo que pudiéramos pensar. En muchos pueblos de fuerte raigambre indígena, los héroes históricos y culturales están vivos y pueden volver en cualquier momento de crisis para luchar ante alguna crisis que amenace a su gente.
Independientemente de que el movimiento zapatista pueda ser o no caracterizado como indígena, la apropiación de la figura de Zapata por parte de dichos pueblos es indiscutible
De acuerdo con John Wommack, uno de los principales biógrafos de Zapata, el movimiento zapatista no puede ser catalogado como “indígena”, ya que “los pueblos de Morelos que eran principalmente indígenas no fueron su columna vertebral en lo económico, político o militar; de hecho, tampoco lo definieron culturalmente, más allá de lo que otros hayan pensado, ya sea en ese entonces o ahora, a favor o en contra de esta idea”.1 Esta percepción puede ser debatible si consideramos que el concepto “indígena” es un concepto construido por gente ajena a los pueblos originarios, en la que muchas veces se concibe lo “indígena” como aquellos elementos considerados como remanentes del pasado prehispánico, muchas veces sin tomar en cuenta la interpretación, apropiación, adecuación e innovación que realizan dichos grupos humanos de elementos culturales ajenos, así como de su adaptación a nuevas circunstancias históricas y sociales.
Independientemente de que el movimiento zapatista pueda ser o no caracterizado como indígena, la apropiación de la figura de Zapata por parte de dichos pueblos es indiscutible: “Emiliano Zapata, […], es un héroe cultural vinculado no sólo a una serie de relatos, sino nutrido por un conjunto de creencias […]. Que permiten su permanencia y transmisión, como un personaje con una naturaleza especial”.2 El caudillo fue percibido por la gente de manera similar a la de otros héroes culturales e históricos del mundo indígena, particularmente a los de la tradición local de cada pueblo, sobre todo en Morelos,3 quedando plasmado esto en la tradición oral así como en el imaginario colectivo, e integrándose a la identidad de cada uno de los pueblos y, particularmente, a sus expectativas, luchas y esperanzas. Los héroes permanecen cercanos a sus pueblos, muchas veces con la esperanza de que algún día volverán.
La reescritura de la historia
Los pueblos indígenas han resistido siempre a la dominación a partir de su visión del mundo y de sus tradiciones, adaptándose de esta manera a nuevas condiciones sociales e históricas. Para esto, han requerido reinventar su historia para que esta responda a las situaciones del presente:
En este contexto el caos pulsional del ser se organiza en relato, lo vivido se interioriza y se integra a una estructura narrativa y lo que fue, es decir para nosotros, la historia sufre una restructuración discursiva que ajusta lo acontecido en el pasado a la atemporalidad mítica de lo que es o debe ser.4
De esta manera, la historia de un pueblo se reinterpreta a partir del presente, adaptando los acontecimientos ocurridos. Ejemplo de esto lo encontramos en las tradiciones mixes que narran las hazañas del rey Cong Hoy. Este personaje se decía había nacido de un huevo encontrado por una pareja de ancianos. Cuando creció, salió de su casa para medir los cerros, tras lo cual el territorio medido le perteneció y tuvo que defenderlo de zapotecos, mexicas y españoles. Los primeros buscaron incendiar su territorio, pero Cong Hoy escapó y desde entonces le fue dado su nombre, el cual significa “Rey Quemado”. Gracias a sus hazañas y a nunca ser vencido, la gente lo admiraba mucho y lo premiaron con “cincuenta y dos kilos de oro”. Al recibir su premio dijo: “Hijos, cuando encuentren o descubran mi premio quiere decir que voy a revivir otra vez para luchar de nuevo”.5 También se menciona en otras narraciones que se enfrentó a las tropas de Moctezuma cerca de Quetzaltepec, donde “hasta la fecha se distinguen bien los balazos y también pueden encontrarse todavía balas oxidadas, que eran de la gente de Moctezuma”.6 Asimismo, se decía que México iba a establecerse en Mitla, pero no dio tiempo a Cong Hoy de terminar de construir sus palacios cuando cantó el gallo, “[…] si el gallo no hubiera cantado a esa hora, Mitla sería la ciudad de México”.7
Son muchas las hazañas que realizó Cong Hoy, pero basta las anteriores para notar cómo la historia fue reescrita: Mitla habría sido el lugar destinado para ser “México”, es decir, para mandar sobre los otros pueblos del país, pero por el canto prematuro del gallo no se pudo. Aun así, queda el orgullo de los mixes por saberse los predestinados aun cuando no lograron su objetivo. Por otra parte, la reelaboración de la historia queda clara en el combate a “balazos” con los soldados de Moctezuma.
Una reescritura de la historia similar ocurrió en el caso de la rebelión tzeltal en Chiapas a principios del siglo XVIII. Muchos de los relatos giran alrededor de la figura de Juan López, de quien se dice nació cuando su madre quedó milagrosamente embarazada en una cueva. Al nacer, el niño lloraba sin parar “porque extrañaba a su padre”, fue llevado a la cueva donde nació —o a un río según otras versiones— y desapareció. En sueños, se le anunció a la madre que el hijo estaba bien, que estaba con su padre y que volvería. Así lo hizo, retornando como un niño ya crecido. Tiempo después, el pueblo de Cancuc fue amenazado por las tropas del gobierno, por lo que los ancianos del pueblo se reunieron para preparar su defensa. Ellos planeaban enfrentarse al ejército usando sus nahuales, pero Juan López se les presentó y ofreció luchar por ellos ya que su nahual era más fuerte —era el terremoto—. Los viejos aceptaron y Juan López encaró a las fuerzas del gobierno, quienes dispararon en su contra, pero las balas no hacían efecto sobre el héroe, quien las recogió y convirtió su bastón en arma con la que devolvió el fuego, matando a todos sus rivales —con uno o dos disparos—. Juan López fue al pueblo de Oxchuc, donde la gente no le era tan afecta. Los pobladores intentaron apresarlo tres veces, mismas que escapó. Posteriormente se retiró, en varias versiones se dice que a una cueva sagrada, y se dice que regresará.8
Aun cuando los hechos habrían ocurrido en el periodo colonial, muchos de los relatos sobre Juan López presentan los acontecimientos como si el héroe se enfrentara al ejército mexicano, con todo y su armamento moderno. De una u otra forma, Juan López no es vencido, sino que decide retirarse, a veces debido a la apatía o abierta traición de su propia gente.
La historia del Tepozteco va a jugar un papel importante en la reelaboración de la figura de Emiliano Zapata
Igual que en los casos anteriores, se cuenta, en el Estado de Morelos, que el Tepozteco nació cuando su madre quedó embarazada cerca de una cueva, luego de que guardó a un pajarillo en su seno. El niño que nació era muy muy feo. En algunas versiones, al crecer, el Tepozteco se enfrenta a un gigante que atormenta a los pueblos y a quien se le sacrificaban los ancianos. Cuando era el turno del abuelo del Tepozteco, éste fue en su lugar y mató a la bestia que los aterrorizaba. Posteriormente se adueñó de los instrumentos musicales de Cuernavaca. En otras versiones, el héroe colocó las campanas en la catedral de México, ya que nadie más podía; fue recompensado con algunas cajas. Una de éstas contenía tres palomas, que sus seguidores dejaron escapar por accidente, las cuales se posaron en Cuautla, Toluca y Cuernavaca, por lo cuallas riquezas se fueron a dichos lugares en lugar de a Tepoztlán y los pueblos indios. Debido a esto, el Tepozteco se fue al cerro y no volvió a aparecer, por lo que la gente, para evitar que volviera, a un sacerdote para que bendijera el lugar.9
Particularmente la historia del Tepozteco va a jugar un papel importante en la reelaboración de la figura de Emiliano Zapata, ya que también moldeará la leyenda del héroe regional Agustín Lorenzo —que también comparte similitudes con las historias sobre el Tigre de Álica—, la cual, a su vez, sirvió de base a muchas de las anécdotas de Emiliano Zapata.
Algunas versiones sobre Agustín Lorenzo mencionan que éste nació luego de que su madre, estando en casa dormida, fue víctima de una Tilkuate,10 mientras que afuera de su casa se formaba un remolino. Nueve meses después nació Agustín, el cual no era normal, ya que tenía cuernitos. En su infancia, se dice que por medio de misteriosas habilidades lograba robar comida al almacén de la hacienda para entregarla a su padre y los trabajadores. En otras fuentes, se dice que se encontró con una serpiente herida, a la cual curó y fue por esto recompensado por una entidad quien era en algunas versiones el diablo, y en otras, un caballo con poderes sobrenaturales. También, durante aquella etapa, se dice que al ver maltratada a la serpiente le prometió venganza de quienes le habían hecho eso —los hacendados—, misma promesa que le hace a su padre o abuelo luego de ser golpeados por los capataces. Su fama se debió a que se decía de él que era un bandolero que sólo robaba a ricos y que compartía sus riquezas con los pobres, además de que nunca fue derrotado y no murió, sino que sólo desapareció.11
Muchas veces, se atribuyen a los distintos personajes anécdotas similares: en el caso del tepozteco, éste ve a su abuelo llorando por su próxima muerte, por lo que lo calma y ocupa su lugar; Agustín Lorenzo ve a su padre/abuelo/serpiente heridos por la gente de la hacienda de quienes se vengará; Emiliano Zapata, según se dice, encontró a su padre llorando porque les quitaban las tierras o por haber sido maltratado por los capataces, ante lo cual promete a su progenitor recuperar las tierras y vengarlo.12
De la misma manera, existe una reescritura de la historia de Emiliano Zapata, en la que vamos a encontrar una predestinación similar a la de los héroes antes mencionados —el que fueran feos, el que tuvieran una marca, el que su nacimiento fuera peculiar—.
Algo de lo que la gente de Anenecuilco se fijó […] es que él nace con una extraña marca en su pecho en forma de manita. Y cuando este niño nació, dijeron los viejos de aquella época y las señoras que esa era una señal de que ese no iba a ser un niño cualquiera, sino que estaba predestinado para cumplir una misión en la tierra.13
Además, su nacimiento había sido anunciado previamente por una pareja que había descendido del cielo, informando a la madre de Zapata que su bebé aun no nacido era varón y dejándole un libro que tendría que entregar a su hijo cuando éste fuera mayor de edad. Cuando le fue entregado el libro, Zapata dijo “Está bueno, empezaré la Revolución”.14
Por otra parte, también se cuenta que en el pueblo de Xoxocotla se aparecía un hermoso caballo que todos codiciaban e intentaban capturar. Luego de un tiempo sólo un individuo se mantuvo firme en su resolución de atraparlo. Un viejito se le apareció a dicho hombre anunciándole que el caballo no era para él y que ya tenía dueño y le ofreció llevarlo a una cueva, en el cerro Coatépetl ante los jefes quienes, a su vez, le hicieron la oferta de darle lo que él quisiera excepto el caballo, cuyo dueño estaba naciendo en ese momento. El sujeto siguió empeñado en ser dueño del corcel, por lo que los jefes se fueron de la sala y lo sacaron de la cueva. Años después corrió la noticia de que el caballo había sido finalmente domado y fue así como el hombre se enteró de que el dueño había sido siempre Emiliano Zapata.15
Estos héroes, con sus grandes hazañas y su vida maravillosa, fueron moldeados para ajustarse al presente de aquellos que narraron sus historias. Sin embargo, como veremos, esas historias continúan escribiéndose.
El regreso del héroe
Quizá el héroe prehispánico más famoso, de quien se esperaba el regreso o se narraba su no muerte, sea el mismísimo Quetzalcóatl. El modelo de su vida y sus hazañas se repite una y otra vez. No quiere decir que esta historia haya sido el prototipo de las otras, pero sí que comparte características y que se ajusta a las necesidades de reforzar la identidad de determinado pueblo y de proyectar ésta en el presente y en el futuro, sobre todo si estos últimos se ven marcados por crisis y situaciones adversas.
Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl nació, de acuerdo a unas versiones, cuando su madre se tragó un chalchihuitl.16 Su padre había muerto, de acuerdo a algunas versiones, a manos de sus hermanos los mixcohua, de quienes Ce Acatl se venga.17 El reinado del héroe fue glorioso y próspero en la ciudad de Tula, descrita de forma paradisíaca y a los súbditos como buenos en todas las artes, mismas que Quetzalcoatl les enseñó.18 Sin embargo, su rival, el dios Tezcatlipoca, decidió poner fin a su reino, desatando terribles desgracias sobre Tula y haciendo que Quetzalcoatl tuviera que exiliarse. Durante su marcha, fue dejando marcas por los lugares por los que pasaba. Finalmente, al llegar a la costa oriental, subió a una embarcación hecha de serpientes y se fue hacia el sol o, según la versión, se inmoló para convertirse en la estrella de la mañana.19
Esta historia tiene sus variantes y muchas veces se complementa con otros datos, por ejemplo, se dice que Ce AcatlTopiltziQuetzalcoatl habita en la cueva de Xico, junto con Nezahualcoyotl, Nezahualpilli y Moquihuitzin de Tlatelolco, de donde “han de salir de allí en algún tiempo”.20 A su vez, un sucesor de Ce Acatl en Tula, Huemac, se dice que él entró en la misma cueva donde se ahorcó y se creía que ahí seguía morando.21 Como se vio anteriormente, tanto de Cong Hoy, como de Juan López, del Tepozteco y hasta de Agustín Lorenzo, entre otros, se pensaba que habitaban en cuevas y que algún día podrían reaparecer. Asimismo, existen numerosos héroes o antiguos reyes de quienes se dicen que partieron al oriente o que habitan en cuevas y que volverán para ayudar a su gente, como es el caso de Juan TutulXiu entre los mayas de Quintana Roo,22 de hombres de otras eras conocidos como surementre los yaqui,23 Montezuma entre los pápagos,24 de Taa, entre los tepehuanes,25Jacinto Canek —y ese mítico nombre, usado por los linajes itzáes—, reaparecerá en la Guerra de Castas.26
Aquellos caudillos populares entre la población indígena, provocaron que fueran incorporados en la cosmovisión de estos, atribuyéndoles características que nunca tuvieron. Por ejemplo, Manuel Lozada, el Tigre de Álica, fue identificado por los huicholes con la deidad Kauymali, a su vez asociada a Jesucristo, así:
Jesucristo, después de recorrer todo México esparciendo sus conocimientos llega a la Capital en calidad de primer Kawitéro (o primer jefe) a cantar el ciclo mítico cristiano, pero es traicionado y entregado a los judíos del Palacio Nacional por el general Ramón Corona quien a su vez se le identifica con San Nacario que en la mitología huichola corresponde a Judas. Cristo muere crucificado en el Palacio Nacional y su corazón deja el cuerpo elevándose a la gloria. Los otros santos como Santiago mueren al mismo tiempo, lo que permite inferir que no solamente Lozada queda divinizado, sino que también sus principales seguidores.27
Por su parte, Lozada nunca se consideró a sí mismo como “[…] el enviado que vendría a dar cumplimiento a la profecía, aunque los indios lo tomaban como tal”.28 Aún así, coras, huicholes y tepehuanes “[…] lo convirtieron en un mesías mítico que debía regresar”.29
Sin llegar a los extremos que ocurrieron con Manuel Lozada y Agustín Lorenzo, Emiliano Zapata también fue mitificado como el héroe que continuaba ahí y que podría volver. Por un lado, la no muerte de Zapata es famosa: se cuenta que no murió en Chinameca, que fue reemplazado por un compadre suyo y que había sido llevado por otro compadre suyo, este árabe, hacia el oriente.30
Las coincidencias con el pensamiento indígena son numerosas: el héroe no muere y se va hacia el oriente. Si bien en el pensamiento indígena el oriente es el punto al que parten los héroes debido a su asociación con el Sol, en el caso de Zapata lo es debido a la presencia de un “árabe”, compadre suyo.31
A partir de la no muerte de Zapata se han abierto distintas versiones sobre lo ocurrido con el caudillo: Zapata se va a Arabia llevando mucho dinero, donde murió y fue embalsamado;32 otros dicen que se fue para Italia33 e incluso se menciona que llega a volver de manera clandestina a México para visitar a sus familiares y amigos.34 Por otra parte, hay quienes afirman que ya murió, algunos incluso dicen que alcanzó la edad de 104 años.35
Se siguen narrando anécdotas que mencionan que Zapata, ya no como vivo sino como algo más, continúa apareciendo, muchas veces en cuevas, barrancas y montes, o lugares abandonados, asimilándose a otras figuras, como el diablo o el charro negro
Sin embargo, encontramos otras vertientes de estas historias: se dice que Zapata, harto de las peleas intestinas dentro de su movimiento, así como cansado por la guerra, decidió autosacrificarse para que sus ideales fueran respetados.36 Este autosacrificio ha llevado a muchos, tanto de tradición indígena como ajenos a dicha tradición, a asimilar al héroe al santoral cristiano, ya sea identificándolo con Moisés37 y hasta con Jesucristo.38
No obstante se siguen narrando anécdotas que mencionan que Zapata, ya no como vivo sino como algo más, continúa apareciendo, muchas veces en cuevas, barrancas y montes, o lugares abandonados, asimilándose a otras figuras, como el diablo o el charro negro.39 Incluso, más allá de la región de los antiguos zapatistas, se llega a hablar del paso y presencia de Emiliano, como en Chiapas, donde se dice que estuvo y hasta fue asociado a seres sobrenaturales del mundo maya contemporáneo.40
Independientemente de si se cree en un retorno o una permanencia de Zapata como un ser sobrenatural, no cabe duda que para aquellos que lo conocieron o cuya presencia es cercana debido a su propia historia, Zapata aún vive:
Malaquías Flores: Pero en sí, Zapata no murió… Para todos los que les estorbaba, creen que murió. Pero para nosotros que siempre hemos creído en él…
Cristino Vargas: Lo recordamos.
Malaquías Flores: Entre los campesinos que sufrimos las consecuencias de la represión del gobierno que sólo sirve al poderoso creemos que el general Zapata, con sus ideales, sigue vigente para la gente pobre, pero no para los ricos. Zapata está vigente para los hombres débiles, los hombres que poco o mucho seguimos labrando la tierra. Creemos que sus ideales se cantan, se llevan a un mitin o a veces el mismo gobierno los pronuncia aunque sea de burla, aunque sea para taparle el ojo al macho.
Lo que pensó y dijo Zapata para nosotros sigue vigente, sigue en la lucha, sigue en la vida, sigue…
Cristino Vargas: Existiendo…
Malaquías Flores: Sigue existiendo…41
Zapata no es el único, ni el primero, ni el último, que se niega a morir entre los diversos pueblos que los han asimilado a su propia identidad y los han vinculado a su pasado, presente y futuro. Y estos héroes seguirán apareciendo y luchando junto con su gente:
Y en el transcurso de los siglos brotan ecos vivos. Dónde, el Gran Trueno; dónde, el instigador a la revuelta que se auxilia de la caja parlante; dónde, el rebelde que piadosamente se dirige al tempo cristiano, toma corona y manto de la imagen y dice representar al santo o a la virgen antes de marchar al combate. Tal vez mañana, tal vez pasado, en uno o en veinte lugares, continúen encabezando movimientos libertarios hombres que crean hablar por sus dioses y llevarlo en el corazón.42
Notas
1 John Womack Jr. Zapata y la Revolución mexicana. [Trad. Francisco González Aramburo]FCE, México, 2017, p. 14 [en línea], https://cursoshistoriavdemexico.files.wordpress.com/2018/09/womack-john-zapata-y-la-revolucic3b3n-mexicana.pdf [Consultado el 27 de julio de 2019]
2 Berenice Araceli Granados Vázquez. La configuración del héroe en el imaginario popular: Emiliano Zapata en la tradición oral morelense. [Tesis de maestría]. UNAM, México, 2012, p. 33.
3Véase Granados Vázquez. La configuración del héroe…; y Víctor Hugo Sánchez Reséndiz. De rebeldes fe. Identidad y formación de la conciencia zapatista. Editorial la Rana del Sur, Cuernavaca, 2006
4 Patrick Johansson K., “La gestación actancial del héroe y el tenor nodal de su ser ficticio en la trama mítico-religiosa náhuatl” en: El héroe entre el mito y la historia [en línea]. Mexico: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 2000 [En línea],http://books.openedition.org/cemca/1321 [Consultado el 27 de julio de 2019]
5 Alicia Barabas y Miguel Bartolomé. “Héroes culturales e identidades étnicas: la tradición mesiánica de mixes y chontales”, en Navarrete Linares, Federico, y Guilhem Olivier. El héroe entre el mito y la historia. Mexico: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 2000. (p. 213-234) [En línea],http://books.openedition.org/cemca/1334 [Consultado el 27 de julio de 2019].
6 Adolfo Juárez Bailón, Daniel Pérez Martínez, Laureano Réyes Gómez, Filemón Santiago, Apayuuk. Cuentos mixes, 1982. Páginas 40-46, [en línea]: http://www.iifl.unam.mx/relatosmesoamericanos/relatosDet.php?lang=ES&idText=336 [Consultado el 27 de julio de 2019]
7Ibídem.
8 Domingo Gómez Gutiérrez. JwanLopez: Bats’ilAjaw/ Juan López: héroe tzeltal. Instituto Nacional Indigenista, México, 2009, pp. 77-130.
9 Sánchez Reséndiz. De rebeldes fe…, pp. 170-14.
10 Víbora legendaria de la que se decía que entraba a las casas donde había mujeres amamantando y les chupaban la leche.
11 Sánchez Reséndiz. De rebeldes fe…, pp. 208-221.
12 Sánchez Reséndiz. De rebeldes fe…, pp. 311-313; Berenice Granados. La configuración del héroe…, p. 36.
13 Berenice Granados. La configuración del héroe…, p. 33.
14 Sánchez Reséndiz. De rebeldes fe…, pp. 315-316.
15 Sánchez Reséndiz. De rebeldes fe…, pp. 317-319.
16Códice Chimalpopoca. Anales de Cuauhtitlan y leyenda de los soles. Primo Feliciano Velázquez [Ed.] UNAM-IIH, México, 1975, p. 7.
17Códice Chimalpopoca…, p. 125.
18 Fray Bernardino de Sahagún. Historia General de las Cosas de la Nueva España. Porrúa, México, 2006, pp. 189-190.
19 Sahagún, Historia General…, pp. 190-197; Códice Chimalpopoca, pp. 8-11.
20 Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Obras históricas. UNAM-IIH, México, 1975, T. 1, pp. 282-283.
21 Códice Chimalpopoca, p. 125-126; Diego Durán. Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme. CONACULTA, México, 2002, T. I, pp. 560-568.
22 Jesús Monjarás-Ruiz (Coord.) Mitos cosmogónicos del México indígena. INAH, México, 1987, p. 73.
23 Ibíd., pp. 256-257.
24 Ibíd., pp. 276-278.
25 Ibíd., pp. 298-299.
26 Alicia Barabas. Utopías indígenas. Movimientos sociorreligiosos en México. CONACULTA-INAH, México, 2002, pp. 174, 182-183.
27 Félix Báez-Jorge. “Kauymáli y las vaginas dentadas: (Aproximación a la mitología huichol desde la perspectiva de un héroe civilizatorio)” en: El héroe entre el mito y la historia [en línea]. Mexico: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 2000 [En línea], http://books.openedition.org/cemca/1340 [Consultado el 27de julio de 2019].
28 Barabas. Utopías indias…, p. 215.
29 Ibídem.
30 Sánchez. De rebeldes fe…, pp. 327-330.
31 Ibidem.
32 Ibíd., pp. 337-339.
33 Berenice Granados. “Emiliano Zapata: vida y virtudes”. Revista de Literaturas Populares XII-2 (2012): 353-398, p. 39.
34 Ibíd., pp. 36-38.
35 Ibíd., pp. 38.
36 Francesco Taboada. “Emiliano Zapata en la tradición oral de Morelos y su vínculo con los mitos de origen mesoamericano”, en Estudios Mesoamericanos, Vol. 1, num. 12 (2012), 85-95, p. 90; Granados, “Emiliano Zapata: vida y virtudes…”, pp. 46-47.
37 Sánchez. De Rebeldes fe…, pp. 339-340
38 Antonio Avitia Hernández. Las Bolas Surianas: Históricas, Revolucionarias, Zapatistas y Amorosas, de Marciano Silva. Avitia Hernández Editores, México, 2004, p. 25.
39 Granados. “Emiliano Zapata: Vida y virtudes…”, p. 40-44; Granados. La Configuración del héroe…, pp. 48-49.
40 Taboada. “Emiliano Zapata en la tradición oral…”, pp. 90-91.
41 Sánchez. De rebeldes fe…, p. 342.
42 Alfredo López Austin, Hombre-Dios. Religión y política en el mundo náhuatl, 3a. reimpresión, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 209 p., pp. 184.185 [En línea] www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/hombre/dios.html (Consultado el 27 de julio de 2019)
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