Luisa Josefina Hernández en la Facultad de Filosofía y Letras

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Luisa Josefina Hernández en la Facultad de Filosofía y Letras

Aimeé Wagner

Durante este coloquio y a través de los distintos y numerosos eventos que se han llevado a cabo, tanto en nuestra Universidad como otras del país y fuera de él, amén de los diversos textos en torno a ella, ustedes han podido constatar la enorme y célebre labor de la maestra dentro de las letras, la investigación, y, por supuesto, la docencia.

¿Cómo logró realizar exitosamente todas estas actividades? La respuesta la dio ella en el año de 1991, cuando le fue conferido el emeritazgo, convirtiéndola en la Primera Maestra Emérita de nuestra Facultad: “la dicha de realizar sus más íntimos y complicados deseos”. Fórmula aparentemente sencilla pero sumamente complicada de lograr ya que requiere de entrega, inteligencia, imaginación, de arduo trabajo y sacrificios amén de una vasta cultura y sensibilidad creadora.

Desde niña fue una lectora voraz, teniendo acceso a la biblioteca familiar que contenía una serie de libros cuidadosamente seleccionados, su pasión por la lectura la acompañó toda la vida. Hubo un periodo en que se aficionó a la novela policiaca, textos que compartió conmigo; sin embargo, llegó un momento en que decidió dedicarse a leer obras que la alimentaran intelectualmente y le proporcionaran un campo de reflexión.

A la par de estudiar leyes, seguramente por seguir los pasos de su padre, figura amada y admirada, asistía a la Facultad de Filosofía y Letras, recinto que le brindó la oportunidad de realizarse en su auténtica vocación: la literatura y la docencia.

Luisa Josefina ingresó a la Maestría en Letras, con especialidad en Arte Dramático siendo discípula de Rodolfo Usigli, Fernando Wagner, Enrique Ruelas y Alan Lewis; Usigli le abrió el camino hacia la dramaturgia; Wagner la introdujo en los esquemas de la intensidad dramática, lo que el maestro denominaba “punto de ataque”; Ruelas respetó su resistencia a actuar y Lewis impartía historia del teatro. Entre sus compañeros de clase, se encontraban Miguel Guardia, Sergio Magaña, Jorge Ibargüengoitia y, su amigo de toda la vida, Emilio Carballido, además de una alumna de filosofía: Rosario Castellanos. Ambas se distinguieron por sus capacidades y talento, contaron con la admiración y respeto de sus compañeros quienes las apodaron “las jóvenes sabias”. Esto no significó en forma alguna que se tratara de jóvenes pedantes o elitistas; sintiéndose realizada, Luisa Josefina gozaba los estudios que compartía con sus camaradas. Asimismo, le gustaba mucho bailar y asistía entusiasmada a los llamados “tés danzantes” que se realizaban habitualmente los fines de semana por las tardes y que tuvieron gran auge en los cuarenta y cincuenta del siglo pasado, en diversos locales donde se bailaban los ritmos de moda y se servían bocadillos acompañados de té o refrescos.

«Nunca me ha sido posible imaginar el oficio de escritor, como ningún otro, sin estar acompañado de responsabilidad.»

El 08 de julio de 1955, después de un examen excepcional, aprobada por unanimidad cum laude, máximo galardón, obtiene el grado de Maestra en Letras con especialización en Arte Dramático. Fungieron como sinodales Francisco Monterde, Julio Jiménez Rueda, Rodolfo Usigli, Alan Lewis, Fernando Wagner y José Rojas Garcidueñas.

Para tal evento, presentó la tesis Los frutos caídos, obra de su autoría junto con un estudio preliminar en el cual afirmó:

 

Nunca me ha sido posible imaginar el oficio de escritor, como ningún otro, sin estar acompañado de responsabilidad. Es por eso por lo que al escribir Los frutos fue mi intención que quedara colocada entre un problema real, con la esperanza de que al señalarlo se abra la posibilidad de solución.[1]

 

Pocos meses después le es otorgada una beca de la Fundación Rockefeller para realizar estudios en la Universidad de Columbia, donde es discípula del dramaturgo crítico y teórico teatral Eric Bentley. A partir de las enseñanzas de este profesor, elabora su reconocido sistema de análisis dramático que resultó un parteaguas en el estudio de las obras de teatro, ya que brindó un acercamiento diferente a la exploración de los textos teatrales.

A decir de Juan Tovar, asiduo a su cátedra, “La teoría de los siete géneros dramáticos ha influido notoriamente en el teatro mexicano de los últimos tiempos. Se enseña en las escuelas, se maneja en los talleres, actores y directores la utilizan como lengua franca”.[2]

Nunca redactó todo un manual para exponer sus tesis; contamos, afortunadamente, con textos aislados tanto de los que fueron sus alumnos como los que publicó como prólogos en las traducciones que llevó a cabo.

Traducir teatro fue otra de las exitosas tareas a las que se dedicó, gracias a la educación esmerada que recibió de sus progenitores aprendió desde adolescente inglés y francés; posteriormente alemán e italiano. Para traducir teatro, es imperioso adentrarse en el mundo del dramaturgo y sentir la obra como algo propio. “Traduje o ayudé a traducir muchas obras que amaba. […] Si traduces una obra que te gusta la asimilas; no intencionalmente, sucede. Además, me he entregado siempre a lo que escribo en forma directa”.[3]

«Enseñar fue y ha sido para mí una fuerte motivación para existir. Para mí abarca muchos aspectos: modificar, recrear, enriquecer iluminar, cambiar destinos, abrir puertas, servir.»

Fue durante la realización de su Servicio Social, impartiendo clases de Literatura, que descubrió su vocación docente.

 

Enseñar fue y ha sido para mí una fuerte motivación para existir. Para mí abarca muchos aspectos: modificar, recrear, enriquecer iluminar, cambiar destinos, abrir puertas, servir. Ése fue mi trabajo durante cuarenta años y la clave de un continuo bienestar, optimismo, la alegría que ha presidido mi vida.[4]

 

Inició su labor docente en nuestra Facultad en 1957, heredando la clase de su maestro Rodolfo Usigli quien había sido nombrado ministro plenipotenciario en el Líbano, ella se hace cargo de la cátedra de Teoría y Composición, misma que imparte, magistralmente, durante más de cuarenta años amén de las asignaturas de Crítica Dramática, Teatro Moderno y Contemporáneo y Composición Dramática.

Cuando, en 1966, se jubila el maestro Wagner, Luisa Josefina toma a su cargo la Jefatura del entonces Departamento de Arte Dramático. Si bien durante la gestión del maestro Wagner, primordialmente director teatral, los trabajos de exploración escénica y su consecuente montaje surgían, básicamente del Seminario de Experimentación Teatral, la maestra en forma alguna cancela este espacio, sino que abre otro nuevo: el Laboratorio de Teoría y Composición Dramática dentro del cual no sólo se lleva a cabo el minucioso análisis de los textos dramáticos, sino también la adaptación de estos para arribar a la escenificación. Con el fin de llevar a cabo este trabajo, invita a la bailarina y coreógrafa Guillermina Bravo y, entre ambas, realizan tres exitosos espectáculos en los cuales la teoría y la práctica se retroalimentan. El primero de ellos fue la representación de El gran dios Brown de E. O´Neill cuyo estreno tuvo lugar el 13 de octubre de 1967 en el Teatro de la Universidad. “El resultado fue sorprendente y la experiencia estupenda”, recordó el maestro Héctor Téllez, quien se hizo cargo del papel central. A su vez, el estudiante Felipe Reyes, hoy poseedor de un doctorado e investigador titular en el Instituto de Investigaciones Filológicas apuntó:

 

Iniciamos el conocimiento de los géneros dramáticos a través del análisis de algunas obras de Eugene O´Neill, figura básica del teatro universal: la adaptación y puesta en escena de El gran dios Brown […] fue la respuesta a nuevas exigencias del curso: aprender a manejar las estructuras dramáticas y encontrar la traducción escénica correspondiente a los tonos dramáticos apenas conocidos en teoría.[5]

 

Por su parte el Dr. Carlos Solórzano[6] (1967:28) comentó: “El resultado es totalmente positivo, al grado que podría afirmarse que muy pocos espectáculos de la ciudad pueden compararse a éste, no sólo por la eficaz refundición del texto hecha por L. J. Hernández sino por el sugerente montaje de Guillermina Bravo”.

          Totilli mondi es el siguiente espectáculo, creación colectiva, surgido de este laboratorio y nuevamente coordinado y dirigido por las dos maestras y musicalizado por Rafael Elizondo. El estreno tuvo lugar el 7 de marzo de 1968, en el Teatro de la Universidad; al respecto el crítico teatral y maestro universitario Juan Miguel de Mora comentó:

 

[…] Como resultado final de un curso, Totilli mondi no es sino trabajo de estudiantes, pero no se trata de un trabajo escolar sino de investigación. Los jóvenes actores y autores de Tottili mondi no han llegado al escenario a mostrarnos lo que saben, sino a demostrarnos cómo investigan. Y lo que tiene de búsqueda, de experimento, de indagación y de artística angustia es lo que da valor y calidad a este espectáculo de investigación dramática. […] En resumen, un pequeño gran espectáculo, pequeño por sus dimensiones físicas, grande por aquello a lo que tiende y que en buena parte logra.[7]

 

A su vez, el Dr. Carlos Solórzano[8] —también Maestro Emérito de nuestro Colegio— en los Resúmenes anuales que solía publicar, reseñó dicho espectáculo, calificándolo de “interesante experimento dirigido y coordinado por Luisa Josefina Hernández y Guillermina Bravo”.

Siguiendo el trabajo de análisis dramático aunado a la búsqueda escénica, objetivo de este Laboratorio, se presenta en el teatro Carlos Lazo el espectáculo Sabéis lo que sabéis como resultado de: “[…] un largo trabajo teórico realizado en equipo. Nuestra tarea consistió en analizar cinco obras de William Shakespeare hasta sacar de cada una de ellas varios grupos de cuatro o cinco escenas ligadas entre sí por una línea dramática; posteriormente elegimos una línea de cada obra y las encadenamos tomando como criterio el tono, la intensidad y el tema”, apunta Luisa Josefina Hernández (1969) en el programa de mano respectivo.

Ese mismo año, deja la maestra la Jefatura del Departamento y es nombrada Asesora de la División de Estudios Superiores en el Departamento de Literatura Dramática y Teatro; en dicha División venía impartiendo ya la cátedra de Teoría de la Novela.

Yo no asistí a su clase ya que ella se encontraba en Cuba; pero fue sinodal en mi Examen Profesional y revisora de mi tesis de Maestría. A ella le debo que ésta haya sido publicada. Tuve el privilegio de contar con su afecto y de gozar largas charlas a su lado, charlas llenas de enseñanzas de vida.

Maestra Luisa: Siempre la recordaré con admiración y cariño, su ausencia física deja un gran hueco en mi vida.

 

 

Notas

[1] L.J.H. prólogo a su tesis de Maestría 1955.

[2] Tovar, 2006 p.57.

[3] Gaytán, 2016 p.31.

[4] Ibid., p. 15.

[5] Reyes, 1968.

[6] C. Solórzano, “Teatro en Filosofía y Letras”, p. 28.

[7] Juan Miguel de Mora, “Totili Mondi”, p.14.

[8] C. Solórzano, Op. Cit., p.139.

 

Bibliografía

DE MARIA Y CAMPOS, Armando. Veintiún años de crónica teatral en México. México. CONACULTA INBA IPN, 1999.

EALLING, Hill. “Prólogo  a la pieza Agonía  de Luisa Josefina Hernández” en América Revista Antológica,  65 (septiembre 1951):96.

HERNÁNDEZ, Luisa, Josefina. “Los signos del zodiaco de Sergio Magaña” en América Revista Antológica, 65 (septiembre 1951): páginas centrales.

___________________ “Carballido no duerme” en América Revista Antológica, 65 (septiembre 1951): páginas centrales.

___________________. Programa de mano de Sabéis lo que sabéis. México. UNAM. 1969

___________________” Día del Maestro” en Gaceta UNAM. México, 16 de mayo 1991: III.

___________________Letra para el autor. México, 22 de agosto 2006.

MORA, Juan, Miguel, “Totili mondi”, en Suplemento Cultural del Heraldo, México, 7 de abril 1968:14.

REYES, Palacios, Felipe. Nota al programa de mano de Totili mondi.  México. UNAM. 1968.

SOLÓRZANO, Carlos. “Teatro en Filosofía y Letras” en Siempre, México. (septiembre 1967):28.

___________________Testimonios teatrales de México. México. UNAM.1973.

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